Por lo general, no se le presta mucha atención a la luminosidad del dormitorio. Sí suele cuidarse mucho la iluminación artificial, puesto que es un espacio que se habita de noche y hay que esmerarse en crear una atmósfera cálida y relajante, adecuada para la lectura. Pero una habitación luminosa es siempre una habitación más bonita e inspiradora. Aunque que cuarto no tenga demasiada luz natural puedes multiplicarla gracias a algunos trucos básicos muy sencillos de llevar a cabo.
1- Sí, el blanco. No por elemental menos efectivo. El blanco refleja la luz y la potencia. Pero para no caer en el vacío excesivo -un dormitorio debe ser acogedor- juega con las texturas y los matices. En los textiles, por ejemplo, distintos materiales, los naturales siempre enriquecen. Y ten encuenta que, aunque no lo creas, el blanco tiene una gama muy rica.
2-Un poquito de contraste. Aunque elijas una decoración de tonalidades muy claras, salpica con un ligero toque de intensidad; un plaid gris, una madera oscura, un cojín de un color fuerte... Rompe la monotonía e intensificará la claridad.
3- Un espejo. Refleja la luz, refleja el blanco... doble de luminosidad.
4. Elige cortinas ligerísimas, visillos suaves o, si no tienes vecinos que puedan verte, atrévete a prescindir de ellos. En los países del norte de Europa ni se molestan en poner cortinas y así se cuela el más mínimo rayo de sol en casa.
5 - Deja las paredes casi desnudas, un cabecero discreto, materiales claros y naturales -madera, fibra, etc.-. Cuanto menos se obstaculice la percepción visual de la luz, mejor.
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