Situado en el piso 18 del rascacielos más alto del centro de Poznan, Polonia, este pequeño departamento ofrece una decoración perfectamente equilibrada, creando un contraste de colores que resulta inigualable. Adam Wiercinski, el arquitecto fundador de wiercinski-studio, explica que, desde esta ubicación privilegiada, se puede disfrutar de la puesta de sol en su máximo esplendor, con su luz anaranjada inundando cada rincón del departamento.
El proyecto partió de la idea de transformar un apartamento de 65 m² de una sola habitación, que se entregó con paredes desnudas y suelos de hormigón, en un amplio estudio de planta abierta. Para lograrlo, Adam Wiercinski comenzó desde cero, reubicando las paredes para conectar las habitaciones y aprovechar al máximo el espacio, permitiendo una vista panorámica de la ciudad. La habitación principal está separada por dos paredes correderas de madera.
Las vistas desde las ventanas y la entrada de luz natural son elementos clave que definen la funcionalidad y distribución de los espacios. La sala y la habitación están estratégicamente ubicadas junto a las grandes aberturas, mientras que la cocina se encuentra en la zona con mejor iluminación diurna y el cuarto de baño se oculta detrás de una puerta con cortina en el vestíbulo. Es una disposición sencilla que saca el máximo provecho de las vistas y la luz natural. El propietario, que dirige una empresa de medios de comunicación, utiliza la isla de la cocina como su espacio de trabajo en casa, convirtiendo la sala en su estancia favorita.
La elección de materiales como la madera de roble natural, azulejos de cerámica negra y paredes blancas crea una combinación clásica y atemporal. Esto fue una elección deliberada del arquitecto, quien pretendía que las paredes actuaran como un lienzo en blanco que puede resistir la prueba del tiempo.
El juego de tres tonos y una retícula gráfica proporcionada por los azulejos cerámicos se extiende por todo el apartamento, sirviendo como base para mesas, revestimientos y, en ocasiones, como zócalos sobredimensionados que se elevan desde el suelo hasta la base de las paredes. En la cocina, el salpicadero de granito natural cambia su apariencia a lo largo del día, sirviendo como una obra de arte en constante evolución.
Los muebles, diseñados por Adam Wiercinski, combinan piedra, roble natural y cristal con bordes negros, creando piezas únicas y casi minimalistas, elaboradas por artesanos locales, que aportan un carácter distintivo al interior. Un amplio sofá en tono rosa pálido aporta un toque suave y se integra perfectamente con el roble claro. Además, las paredes están adornadas con obras de reconocidos pintores que complementan los tonos elegidos para el piso.
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