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Soho House Amsterdam es la última incorporación a una cadena de hoteles que atiende a creativos y nómadas digitales

Soho House, un club privado de miembros para creativos, se expandió a Ámsterdam este verano.

El establecimiento Soho House Amsterdam se ha hecho cargo de los Bungehuis, un antiguo edificio universitario de los años 30 en la Spuistraat que da al canal, y lo ha arreglado con sus interiores y mobiliario característicos. El edificio cuenta ahora con 79 habitaciones, una piscina en la azotea, una planta entera de espacio para clubes, así como un comedor italiano en el restaurante de Cecconi y un spa Cowshed en la planta baja.

Y por supuesto, al estar situado en Ámsterdam, también habrá espacio para aparcar 75 bicicletas y un taller para reparaciones.

Para ir un paso más allá, si estos trabajadores digitales también son viajeros globales, y quieren evitar trabajar en mesas pequeñas y abarrotadas o competir por una toma de corriente, especialmente cuando están en el extranjero y necesitan trabajar, Soho House podría ser la respuesta.

El edificio de seis pisos de altura de Bungehuis es un punto de referencia a lo largo del canal de Amsterdam, con una fachada de piedra caliza y granito en contraste con los ventanales de bronce. Lo que hace que este espacio sea aún más espectacular es que es sólo uno de los dos edificios de Ámsterdam con piscina en la azotea. Si los holandeses no están acostumbrados a descansar en los techos al sol, esto va a cambiar su juego.

Si te estás preguntando cómo es que cada Soho House alrededor del mundo - hay 21 localizaciones en total - tiene una vibración similar, es porque tienen un estudio interno que se encarga del diseño interior de los espacios.

Una cadena global como Soho House es cada vez más atractiva para los nómadas y creativos digitales. Mientras que muchos trabajadores autónomos pasan su tiempo en cafés, también ha habido una reciente tendencia a crear espacios por suscripción para los trabajadores digitales. El beneficio es que saben que tendrán un área para trabajar todo el día, sin presión para seguir comprando café o deambulando de una cafetería a otra cada pocas horas.