C733 es un estudio compuesto por los diseñadores Gabriela Carrillo, Carlos Facio, Eric Valdez, Israel Espín y José Amozurrutia.
El estudio mexicano Colectivo C733 ha creado una escuela de música de ladrillo en Nacajuca (México) que incluye dos estructuras y un elevado tejado en voladizo de madera de coco.
El colectivo, con sede en Ciudad de México, terminó la Casa de Música, de 1.325 metros cuadrados, en 2021.
La instalación forma parte del programa estatal de desarrollo urbano y "ofrece un espacio para reuniones sociales con materiales cálidos y ventilación natural, mientras que los músicos se benefician de aulas espaciosas y aisladas con equipos de última generación.
El volumen más grande -un centro comunitario de planta abierta construido sobre los cimientos de una estructura anterior- presenta un gran tejado a dos aguas desplazado, con un plano de cubierta que se extiende más allá de la línea de cumbrera y se proyecta en voladizo sobre una claraboya y el plano de cubierta opuesto.
Los lados norte y sur están sostenidos por una serie de muros dobles de ladrillo que sostienen las cerchas de 24 metros. El extremo oeste es transparente, con paneles rectangulares de vidrio protegidos de la calle por una pantalla de ladrillo poroso, mientras que el extremo este alberga un núcleo de servicios.
El espacio social también alberga un escenario en el entresuelo para talleres y músicos locales.
El volumen más pequeño es la escuela de música -compuesta por ocho aulas, una cafetería, aseos y oficinas de dirección- que refleja el ritmo de la estructura del centro comunitario mediante espacios compactos dispuestos en línea.
"La cubierta inclinada del edificio crea un espacio de doble altura en cada una de estas zonas, con una terraza superior que ofrece vistas a las copas de los árboles", explica el equipo.
Ambos edificios presentan madera de coco local, tabiques de ladrillo y tejas de arcilla que aportan calidez, frescor natural y control acústico. Las puertas de madera se abren entre cada nave estructural, creando un conjunto a modo de logia que abre las instalaciones al público.
"Es esencial que los proyectos rindan homenaje a su ubicación, sobre todo cuando tienen el potencial de poner de relieve lo que ya existe", afirmó el equipo.
El proyecto se enfrenta a un arroyo contaminado; pero la cubierta dirige y recoge el agua de lluvia, la filtra para utilizarla en los aseos, la hace pasar por biodigestores y biofiltros en un tratamiento tipo humedal y vierte agua limpia al río local como alternativa de gestión del agua.
La madera de coco, de origen local, captura el dióxido de carbono, genera una huella de carbono menor que otros materiales y fomenta tanto la artesanía como el empleo de la mano de obra local
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