La naturaleza siempre le ha proporcionado paz y refugio al ser humano. La arquitectura biofílica se encarga de acercar esa misma naturaleza a nuestra vida diaria a través del hogar.
La primera persona en usar este término fue Edward Osborne Wilson un reconocido biólogo, naturalista y escritor estadounidense, que murió en 2021. Osborne contaba en un libro publicado en 1986, cómo los millones de años durante los cuales el Homo sapiens se relacionó de una manera tan estrecha con su entorno crearon una necesidad emocional profunda de mantener contacto íntimo con el resto de los
Esa misma necesidad ha hecho que muchos arquitectos intenten conectar sus trabajos íntimamente con la naturaleza para que ambas partes al bienestar y a la mejora de la calidad de vida de las personas.
No existe duda que es importante incorporar la naturaleza en los espacios urbanos e interiores, eso es lo que propone la arquitectura biofílica, promoviendo la sostenibilidad. Esta arquitectura se observa desde el punto de vista neurocientífico y emocional y se pone en práctica, no solo en entornos puramente residenciales; también en el ámbito sanitario y en los lugares de trabajo.
Este tipo de arquitectura tiene como estrategia principal incorporar las características del mundo natural en los espacios construidos (agua, vegetación, luz natural, y elementos como la madera y la piedra, especialmente con sus vetas expuestas). El uso de siluetas y formas botánicas en lugar de líneas rectas es una característica fundamental en los diseños biofílicos, además de establecer relaciones visuales, por ejemplo, entre la luz y la sombra.
Recientemente, se ha integrado diseños biofílicos en algunas oficinas modernas, lo que ha mejorado la productividad y la creatividad, al mismo tiempo que han disminuido la ausencia de los empleados. Por este motivo, no existe duda en que mientras menos una oficina parezca un lugar de trabajo tradicional, tendremos empleados más satisfechos.
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