El proyecto es un vínculo con la identidad; que logra un equilibrio entre la influencia de ambas culturas: la peruana y la japonesa. El nexo que comparten ambas con el mar y la mezcla de los insumos genera una identidad única y delicada. Optaron por el uso de materiales locales colocados con la delicadeza y honestidad a la que remite a la cultura japonesa. También se encuentra sutiles referencias de construcciones de la costa peruana, así como elementos que transportan a un espacio oriental de contemplación.
El local tiene la característica particular de contar con el ingreso a nivel de la calle, mientras que el resto del restaurante se encuentra en un semisótano. Siendo esta la única cara del restaurante al exterior, optaron por un ingreso icónico, revistiendo los muros y techo con un tejido de fibra peruana natural retro iluminado, encajado en una estructura de madera clara, un espacio que introduce dentro de un ambiente que remite a la estructura interior de un vertebrado marino.
El muro del fondo cuenta con adobe colocado en 45 grados con ritmos invertidos fortaleciendo el juego de la luz y la sombra en el fondo del espacio. El mueble para la recepción fue una piedra natural de gran escala. La escalera metálica que desciende y remata en la barra de tragos, está compuesta por plaquetas metálicas en oxido detenido y pasos de madera.
Dividiendo los dos extremos del local se ubica la barra de tragos, punto de encuentro y espera. La base de la barra de tragos fue realizada en concreto armado caravista y tablero en madera. Como remate contra la vista interior se encuentra una repisa metálica colgante con t de madera sobre las que se colocó botellas iluminadas indirectamente. A través de esta se ve la terraza, la cual cuenta en todo el contorno interior con una celosía de madera, elemento que n remite a la arquitectura japonesa, exteriormente a lo largo esta se han colocado plantas que aportan visualmente un elemento natural en el local.
La barra y el salón se encuentran divididos por columnas de madera rustica con un desfase vertical seccionado que genera un ritmo entre ellas. Estos mismos elementos rodean el espejo de agua que está debajo de la escalera del ingreso.
En el extremo izquierdo del local está el lounge, zona de mesas bajas, sofás profundos, cojines sueltos y colgados. El fondo del espacio fue revestido en con sisal y madera.
La Oficina del chef, el ambiente contiguo al lounge, se encuentra separado mediante persianas verticales giratorias de madera rustica. Este es un ambiente semiprivado con dos mesas altas de madera. El ambiente también cuenta con un muro de adobe, pero en este se optó por un aparejo con nichos que generan sombras diferentes a las del ingreso. El techo del ambiente está compuesto por Omikujis, papeles doblados con deseos escritos en español y japonés, como remate lateral se cuenta con un mueble de apoyo de madera oscura y retículas de fierro con sakes iluminados puntalmente.
En el extremo opuesto se ubica el salón, comedor formal con mesas redondas, que colinda con dos tatamis de madera oscura con retículas perforadas geométricamente que referencian chakanas. En oposición a esto se encuentra la barra de sushi de 11 metros de largo, revestida en travertino rustico de cantera nacional. Sobre la barra cuelga una pieza tejida que la artista Cristina Colichon hizo para el local en hilos de cobre y algodón. Todos estos espacios son unidos mediante el techo, el cual cuenta con un falso cielo raso de madera intersectada que nos remite a la tradición de carpintería japonesa.
El baño fue revestido con espejos de 10x10 tratados con una pátina envejecida realizados manualmente por la artista Monica Tuss, este ambiente cuenta con divisiones metálicas en oxidado detenido las cuales cuentan con perforaciones en la parte superior de las divisiones que dejan pasar la luz.
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