La NASA identificó hasta 107 compuestos orgánicos volátiles (COV) dentro de la primera estación espacial, Skylab. Estos COVs (agentes irritantes conocidos y potenciales carcinógenos), liberados por los materiales sintéticos con los que había sido construida la estación espacial, representaban un serio riesgo para la salud de los astronautas que iban a estar en la estación largos periodos de tiempo.
No había posibilidad de renovar el aire en unas cápsulas estancas ventilando como se hace en los edificios. Había que eliminar tanto las toxinas del aire que iban a ir generando los materiales de la nave, así como el CO2 que iban generando los astronautas en el día a día con su respiración para evitar que el aire acabara siendo mortal. Hicieron una investigación que concluyó con el informe “clean Air Study”. Sus resultados sugirieron que algunas plantas de interior, además de absorber dióxido de carbono y liberar oxígeno en la fotosíntesis, limpian el aire de toxinas como benceno, formaldehido y el tricloroetileno y el óxido de nitrógeno.
Esta es una buena razón para tener plantas dentro de los espacios cerrados, en los que nos pasamos de promedio el 90% de nuestra vida. Podemos mitigar con ellas el síndrome del edificio enfermo, un problema de los edificios que perjudica nuestra salud y que la OMS estima que afecta al 30% de los edificios modernos.En contra de lo que se creía antes, también podemos colocarlas en los dormitorios, ya que a oscuras, una planta de tamaño medio en una maceta, puede consumir el 0,1% del oxígeno disponible en una habitación de tamaño medio. Si compartimos la habitación con una mascota o con una persona, cualquiera de ellos consumirían veinte o treinta veces más oxígeno que una planta.
En estudios posteriores, la NASA recomendó cinco tipos de plantas fáciles de conseguir, muy eficientes para purificar el aire de los espacios cerrados: El Poto, el Ficus, la Espada de San Jorge, el Espatifilo y la Palmera de bambú (Raphis excelsa). Hoy disponemos de una mutación de un poto, un superpoto, que es más de tres veces más eficiente que común limpiando el aire de toxinas. No me he vuelto una defensora de las mutaciones inducidas en las plantas, pero en este caso, podemos disfrutar del las ventajas ya que no hay problema de que afecte a la especie natural, dado que el poto, al no florecer, no puede propagarse por el polen a través del aire.
Introducir la naturaleza a través de plantas vivas en el interior de los edificios, además de producir oxígeno y absorber dióxido de carbono y tóxicos del aire, tiene los efectos benéficos de la biofilia. En los espacios de trabajo, hay unos beneficios incontestables al incorporar la naturaleza y al uso de criterios biofílicos en el diseño arquitectónico, dado que además de mejorar la calidad del aire, su visión y cercanía mejoran el bienestar físico y emocional las personas y hace que sean más creativas, productivas y felices en el trabajo. Por estos motivos, debería ser una premisa irrenunciable para todas las empresas que se incorporen las plantas en el diseños de sus espacios de trabajo.
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