No hay duda de que los últimos meses han estado impulsados por el cambio, el desafío y la adaptación. El periodo anterior al COVID-19 mostró que algunas industrias iniciaban su camino hacia la transformación digital, buscando una mayor sostenibilidad. Pero no podemos negar el impacto de la pandemia en el proceso de aceleración de varios sectores. Uno de ellos fue el de la construcción, que presenta novedades relacionadas con el diseño de los edificios y la implementación de nuevas tecnologías.
Los edificios desempeñan una función importante dentro de la salud económica y ambiental. Actualmente, gracias a la tecnología, podemos integrar todos los controles inteligentes de un edificio en una solución digital para lograr una productividad muy representativa, ahorrando hasta un 25 % del gasto energético.
Antes de la llegada del coronavirus, tres megatendencias impulsarían la implementación digital de diseños y sistemas operativos modernos en los edificios del futuro. La primera, consideraba el crecimiento de la población mundial urbana. Actualmente, hay cerca de 8000 millones de personas en el mundo y se prevé que para el 2050 esta cifra aumente en 2000 millones y medio. Esto ocasionará un desplazamiento de la ciudadanía rural a las zonas urbanas, donde las edificaciones son el principal componente.
La segunda, se centraba en la importancia de la digitalización y en obtener edificios más conectados. El número de dispositivos instalados en estos espacios se ha triplicado en los últimos seis años y, con el paso del tiempo, esta cifra aumentará. Según datos de la consultora Berg Insight, en 2018 se instalaron 151 millones de dispositivos en edificios inteligentes y para el 2022 se espera más de 483 millones de unidades en todo el mundo.
Finalmente, la industrialización. A medida que aumente la electrificación en todos los procesos, el consumo global de energía industrial podría aumentar al 86 % para el 2050. En ese sentido, esta megatendencia impactará al transporte, la industria manufacturera, los edificios y las viviendas. De similar manera, se proyecta que el gasto mundial energético se incrementará en un 60 % del 2017 al 2035, del cual, los edificios representan el 60 %.
“Si bien todas estas tendencias seguirán presentes y su desarrollo y crecimiento esperado debe ser monitoreado de cerca, la realidad postpandemia muestra el poder de las soluciones digitales, logrando gestionar diversas operaciones de forma remota y reduciendo las emisiones de carbono en los edificios y en otras industrias que contribuyen al calentamiento global”, comenta Gustavo Jaramillo, Country Manager para Perú y Bolivia de Schneider Electric.
La gente pasaba cerca del 90 % de su vida en un edificio (departamentos, oficinas, hoteles, hospitales o clínicas), según datos previos a la pandemia. Por eso, ahora, uno de los principales desafíos que enfrenta el sector es poder brindar un lugar donde las personas sientan confianza y seguridad de volver al trabajo, además de ser flexible y que no genere emisiones de carbono. Es así que la tendencia que se verá desde etapas iniciales será la operación en conjunto de los sectores de diseño, seguridad y tecnología, cuyas nuevas metas permitirán la adaptación al futuro: eficiencia, sostenibilidad, resiliencia y población.
Metas a tener en cuenta ante la nueva normalidad
1. Eficiencia. Considerando la nueva forma de convivencia que tenemos como sociedad, la hipereficiencia nos permite tomar mejores decisiones y un mayor control de los diferentes sistemas que operan en un edificio. El impacto se logra teniendo en cuenta las necesidades de las personas, administrando adecuadamente los recursos de espacio, la eficiencia de los activos y reduciendo los costos de energía. Por ejemplo, el uso incorrecto de los sistemas HVAC (climatización, ventilación y aire acondicionado) puede desperdiciar hasta el 45 % de la energía del edificio. Los espacios sin utilizar pueden alcanzar el 40 %, y entre el 20 % y el 40 % de los gastos de mantenimientos no son planificados.
2. Población. Los edificios pueden ser de diferentes rubros, pero en general, hay que considerar al personal que labora en ellos, como a los clientes o usuarios que lo visitan. Las mejoras deben centrarse en asegurar el aforo correcto de acuerdo a las nuevas normativas de bioseguridad, proporcionar un buen ambiente de trabajo que sea cómodo, seguro y de confianza. A nivel laboral, hay que plantearse atraer y retener los buenos talentos, y la nueva generación millennial también se interesa por el espacio, el entorno o la conectividad. Hoy en día, los edificios más seguros y saludables logran aumentar la productividad y mejorar la colaboración de los trabajadores.
3. Sostenibilidad. Los edificios representan, aproximadamente, un tercio del consumo mundial de energía y el 40 % de las emisiones de dióxido de carbono en el mundo. Por tanto, se espera que se integren con la digitalización a fin de maximizar la electrificación, utilizar la gestión activa energética y formar un diseño eficiente para el uso de los recursos.
4. Resiliencia. Las ciudades del futuro deben ser resilientes. La idea es adaptarse e innovar para recuperarse rápidamente de cualquier accidente o caso fortuito que pueda ocurrir. Apoyarse en la transformación digital nos permitirá minimizar el impacto de los sucesos. De esta manera, se podrá ofrecer flexibilidad, una mejor gestión de operaciones remotas, más confiabilidad energética, seguridad cibernética mejorada y mayor protección de los activos.
En esa misma línea Gustavo Jaramillo comenta que, “Todo edificio tiene la posibilidad de convertirse en un ecosistema eficiente con solo poner en funcionamiento modernas soluciones digitales que ofrecerán mejoras en el ámbito social y financiero, optimización en los procesos e información de interés al instante. Esto es parte de la transformación digital que trae nuevos desafíos en la búsqueda de ciudades más sostenibles”.
No hay duda de que ante la nueva normalidad, los edificios deben transformarse buscando brindar seguridad y confianza a las personas. No hay que dejar de lado la hipereficiencia por medio de sistemas que permitan realizar autodiagnósticos, detectando lo que funciona correctamente y alertando cuando algo no esté dentro de los parámetros regulares. Y mediante el uso de energías renovables, reducir la huella de carbono y desarrollar una gestión inteligente para alcanzar nuevos niveles de sostenibilidad en la eficiencia energética.
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