El color es una longitud de onda y número que emite vibraciones específicas, que cada persona percibe de manera distinta ya sea por el sistema ocular y nervioso, por experiencias de vida personales, por la cultura, por distintas educaciones, etc.
El uso del color, es fundamental en el diseño de interiores, pues tiene la capacidad de modificar la percepción de la forma, escala, tamaño y la dimensión de una estancia.
Clasificación del color
Los colores según su temperatura, se pueden clasificar de la siguiente manera:
Cálido. El amarillo, amarillo-naranja, naranja, naranja-rojo y el rojo. Son los que más atraen la atención. Dan una noción de calor, son fuertes y pueden alegrar o estimular. En un espacio interior, los colores cálidos crean una atmósfera confortable, agradable, acogedora. Visualmente, generan la sensación de que un ambiente resulte luminoso y más pequeño.
Frío. Los colores fríos son el violeta, violeta-azul, azul, azul-verde y verde. En una habitación, los colores fríos producen un ambiente tranquilo, sereno, relajado y fresco. Un espacio pequeño parece más grande y más espacioso mediante un efecto visual de retroceder las paredes hacia atrás.
En el interiorismo, los colores verde-amarillo y rojo-violeta pueden considerarse tanto cálidos como fríos ya que están compuestos por ambos.
Frescos. El azul, azul – verde, verde y verde-amarillo son los colores llamados frescos. Estos se diferencian de los fríos por la presencia del amarillo. En ambientes interiores que contengan estos colores producen relajación y distensión.
Claro. Son colores poco saturados. Son tonos pasteles. Por lo general, están mezclados con blanco. Permiten que se destaque todo lo que los rodea.
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