El proyecto Santa Rosa encarna el compromiso fundacional de la inmobiliaria Morada con la puesta en valor de sus zonas de intervención, que en este caso es una de las calles más encantadoras de la zona monumental del distrito de Barranco. Se trata de un edificio que combina viviendas con locales comerciales en una soberbia reinterpretación de lo mejor de la arquitectura barranquina de antaño.
Morada encarga a David Mutal el diseño de un edificio respetuoso con el entorno, que cumpla con las pautas establecidas por el Ministerio de Cultura, que combine tres locales comerciales en la parte frontal del primer piso con un mix en los niveles superiores y parte posterior de 11 departamentos flat y dúplex sesgado hacia formatos de un solo dormitorio y superficies de 70 m2.
El arquitecto responde con un planteamiento que transmite voluntad de libertad como reacción ante los lineamientos para zonas monumentales establecidos por el Ministerio de Cultura y las pautas de carácter comercial que solicita la inmobiliaria. Así, diseña una edificación de tres niveles sobre dos sótanos que gira alrededor de un gran jardín central donde crecen jardinería y árboles de mediana altura a pesar de ubicarse sobre un sótano de estacionamientos.
Como complemento paisajístico, se aprovecha parte del primer sótano para agregar un segmento de jardín inferior con un árbol de mayor altura que emerge del subsuelo y se proyecta sobre el jardín central hasta el último nivel. En torno a este jardín central se introducen celosías de madera natural y pintada, concreto cara vista impreso en texturas de madera, piso de baldosa con mosaicos al estilo tradicional, y una secuencia de balcones con ventanales de piso a techo reminiscentes de los balcones de la Lima colonial.
La fachada se eleva rítmicamente al ras de la vereda en siete volúmenes verticales de celosías de madera sobre ventanas y puertas de vidrio, soportada visualmente por columnas y dinteles de fierro.
Los dúplex, que empiezan en el segundo piso, se convierten en los espacios más emblemáticos del proyecto, ya que vinculan el exterior con el interior; lo monumental, con lo natural. En estos espacios de 70 m2, el arquitecto plantea lo que llama “micro-situaciones”: observar el jardín antes de ingresar al departamento; mirar hacia la calle al cocinar y dormir; subir hacia la luz y el techo, y trabajar o estudiar mientras se asoma hacia los árboles del jardín interior.
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