En la inmensidad de la llanura Argentina, la Capilla San Bernardo, por Nicolás Campodonico, se erige en relación con la luz del sol para crear una experiencia espiritual.
Juegos de luces y sombras, silencio e introspección. Un espacio austero e imponente a la vez. Y, de pronto, conexión con el todo. Ubicada al este de la provincia de Córdoba, la Capilla San Bernardo por Nicolás Campodonico destaca por su magnífica sobriedad, la cual, sin duda alguna, favorece una experiencia espiritual única. “Al abordar el programa en su condición como edificio sacro, hay una voluntad de neutralizar la idea de los símbolos y de desplazar algunos elementos usualmente utilizados en capillas e iglesias”, explicó el arquitecto. Así, la ausencia de una cruz física es, incuestionablemente, una de las características esenciales de esta capilla.
Por fuera del volumen principal, el cual se abre hacia la puesta de sol, un madero vertical y otro horizontal se disponen por separado. Como resultado, todos los días las sombras de los maderos se deslizan por la capilla, culminando su recorrido superpuestos uno con el otro al ser proyectados como una cruz. “La forma en que el edificio se comporta con la luz, cómo va cambiando cada día y a cada hora, es algo que nunca deja de sorprenderme”.
Con una estructura hecha con ladrillos obtenidos a partir de la demolición de la casa rural y los corrales que se encontraban en este sitio, su sencillez arquitectónica promete una integración respetuosa con el entorno.“Conforme el proyecto envejece, se va fundiendo con el lugar, sus muros de ladrillo se van llenando del verdín de musgos y el edificio se adapta a las condiciones del tiempo y del lugar; para mí, éste es uno de sus aspectos más lindos”, concluyó Campodonico.
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