Dar un paseo por el bosque en otoño es como asistir a un festival de color donde los verdes, rojos, marrones y ocres crean un paisaje cromático espectacular. Y si bien es cierto que no nos podemos llevar el bosque a casa, ¿por qué no llevarnos sus colores?
Si alguna vez has paseado por el bosque a una hora muy temprana, la neblina te habrá envuelto dejando un halo misterioso y nostálgico a tu alrededor. El paisaje se maquilla con colores más fríos y aun así elegantes y sofisticados.
En otoño apetece estar acurrucado y sentirse arropado por nuestra casa. La gama de colores entre el beige y el marrón que recuerdan los distintos árboles que puedes encontrar en el bosque son perfectos para decorar el salón. Si encima vistes el suelo con una alfombra, la sensación de calidez y confort será insuperable.
Contemplar el cambio de estación en un bosque es como asistir a una explosión de color. Y en otoño la metamorfosis cromática es más evidente. Una paleta de color que nunca falla son los colores rojizos, desde el naranja, pasando por los rojos y granates hasta los destellos del púrpura.
Fuente: El Mueble
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