El despacho de Javier Puga ha diseñado una casa que combina con su entorno, en la que los elementos de la naturaleza son tan importantes como la arquitectura.
El volumen se alza imponente, pero armonioso, con lo que está a su alrededor. Se trata de un proyecto de hospitality concebido como “un oasis en medio de la ciudad de Mérida”, en Yucatán. Aquí, Javier Puga Estudio se tomó en serio el placer y la tranquilidad al momento de concebir su arquitectura e interiorismo, bajo la premisa de que el diseño debe ser siempre una gran experiencia.
En ese sentido, el diseño de la residencia nace de la búsqueda de crear atmósferas frescas y sombreadas que respondan al clima de Mérida. “La intención principal fue lograr que la frescura abunde en cada espacio”, explicó el despacho. Es así que surgió el nombre de la casa: Che’Che’, que significa frescura en maya.
El despacho se decidió por un muro de celosía en la fachada para atrapar los vientos del norte y dejar que giren en los patios exteriores. Asimismo, la luz del norte se cuela e ilumina la casa. Adicionalmente, en los patios se colocaron elementos de agua que le regalan a la residencia una brisa húmeda, una atmósfera fresca y ligera que hace un balance con la contundencia de los muros y los volúmenes.
La arquitectura está definida por las eficiencias climáticas. La vinculación de los elementos vegetales y constructivos, y los volúmenes con una altura importante para evitar la concentración de calor, son muestra de un diseño que reconoce y respeta la naturaleza en la que se enclava. En la Casa Che’Che’, tan importante como la arquitectura son el viento, la temperatura y el paisaje.
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