Lo que era un bungaló creado a imagen del estilo Googie californiano se ha convertido en esta peculiar casa asomada a la ciudad de Johanesburgo.
Desde las dos terrazas en paralelo de la casa de Silvio Rech y Lesley Carstens, hay una vista de 270 grados sobre la extensa arboleda que rodea a Johannesburgo. Una panorámica que, además, es todo un libro de historia de la arquitectura de la ciudad, con viviendas de estilo inglés de los primeros magnates mineros, edificios art decó, modernos y neobrutalistas. La pareja sabía que la casa al final de su calle llevaba años a la venta. Estaba tan cubierta de zarzas que ningún potencial comprador, excepto ellos, se dio cuenta de la espectacular vista con la que contaba el pequeño y destartalado bungaló mid-century que había en la parcela, con una cubierta en zig zag y múltiples volúmenes, claramente influenciado por la arquitectura Googie de Los Ángeles: un extravagante estilo dentro del futurismo, fascinado con la cultura del automóvil y la era espacial. Aunque no se trataba de un gran ejemplo de este estilo de arquitectura y estaba torpemente hecha en ciertas partes, “lo primero fue restaurar la casa original. Pensamos que tenía un gran encanto y quisimos proteger su estilo”, cuenta Silvio Rech. Así que conservaron o restauraron los elementos de la época que encontraron más interesantes. Desafortunadamente, el techo colapsó y se derrumbó durante las obras, pero eso les sirvió para reconstruirlo en hormigón, refinando algunos detalles. Y así, sobre esta base surgió una nueva forma que envuelve a la original, convirtiéndola en una versión contemporánea de esta arquitectura de los años 50.
El dormitorio principal en el nivel superior convierte el lenguaje de la cubierta en zig zag en una escultura angulosa y prismática, rematada con una sensacional claraboya facetada. Por su parte, el interior es una clase magistral en despliegue de materiales y detalles, desde la gran isla monolítica de la cocina en granito a las piezas de mobiliario de Joe Colombo, Charlotte Perriand o Verner Panton e, incluso, diseños propios de la pareja. Con su exuberante expresión contemporánea, la casa no ha perdido ni un ápice de su espíritu original tras la intervención, conectando con el entorno a la vez que aporta un inspirador contraste al paisaje.
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