En este proyecto intervenido por el arquitecto Gianfranco Loli, se busca que elementos de diferentes culturas conversen entre ellos, tratando de que el arte peruano cobre un protagonismo en las composiciones propuesta.
Este es un proyecto personal de Loli, puesto que es también su propia vivienda, lo cual sirve como laboratorio para experimentar con composiciones, patrones, colores e ir buscando esta identidad de diseño que lo defina. Piezas de diferentes partes del mundo, arte peruano de diferentes autores y corrientes confluyen en estos espacios.
El área social tiene tres momentos; el ingreso, la sala y el comedor; este ambiente está lleno de xilografías, óleos y grabados de artistas peruanos como José Sabogal, Julia Codecido, Mateo Liébana, Sergio Fernández, Camilo Blas para darle color y textura a las paredes que mantienen un color blanco para no restar luz al espacio.
La sala consta de un tres cuerpos en un cálido beige y dos butacas de gran formato en terciopelo azul intenso, mezcladas con mesas de diseño lineal y limpio para dar contraste entre estos elementos.
También buscando este contraste entre lo moderno y antiguo, tenemos una luminaria de bronce del diseñador Tom Dixon sobre la mesa del comedor; el cual es para 4 personas, posee una mesa de color rojo como toque de color, la misma que conversa con la consola china del ingreso del mismo tono y unos cestos hechos por artesanos de Madre de Dios.
Alfombras persas y pieles vacunas delimitan los momentos dentro de este mismo gran espacio.
El corredor sirve como galería de arte, este posee un papel tapiz en color azul para dar profundidad al espacio. Al fondo del mismo tenemos un pequeño hall que distribuye a las habitaciones donde se armó un rincón de lectura, con una butaca en madera de los 50´s y una biblioteca del mismo tono que el papel para que haya continuidad en el color, así aprovechar estos espacios de tránsito que de otra manera quedarían vacíos y sin utilidad. Terminamos con el cuarto principal, en este se quiso proponer algo mucho más ligero visualmente, ya
que es un espacio de desconexión.
Fotos de paisajes que evocan parajes desérticos y grabados en blanco y negro son los únicos acentos de color en paredes. Mientras que la cama en tonos neutros invitan al relajo y descanso, acá se evita todo aparato electrónico para poder desconectar al final del día a día.
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