La industria de la construcción es responsable del consumo de aproximadamente el 75% de los recursos naturales del planeta. Piedras, arena, hierro y tantos otros recursos finitos se eliminan en grandes cantidades para abastecer a los mercados.
El acero puede ser fabricado a partir de la combinación de hierro y carbón, calentado en un alto horno o a través del reciclaje de chatarra, utilizando hornos eléctricos. Su reciclaje se remonta al Imperio Romano, cuando los soldados aprovechaban los instrumentos de guerra que quedaban en las trincheras para producir nuevos artefactos. De hecho, el acero se puede transformar infinitamente en nuevos materiales sin perder su calidad. Cuando se recicla, el consumo de electricidad es 80% menor para la producción de la nueva pieza, causando un menor impacto ambiental y evitando la extracción de nuevas materias primas.
El reciclaje de concreto permite la reutilización de los escombros, reduciendo también los costos de construcción. Para el reciclaje de hormigón endurecido, se utiliza una trituradora especial, que produce los conocidos "agregados reciclados". Hasta hace poco, el hormigón reciclado solo se usaba como subsuelo, sin embargo, existen pruebas que muestran que el agregado puede crear elementos estructurales de una resistencia a la compresión de entre 30 y 40 MPa (Megapascal), si se utilizan las tecnologías adecuadas. Es importante destacar que los agregados reciclados son más livianos por unidad de volumen, entre un 10% y 15% menos que los productos provenientes de canteras vírgenes, lo que significa menos peso por metro cúbico. Esto resulta en la reducción de los costos del material mismo, su transporte y los costos generales del proyecto.
La utilización de "maderas de demolición" es bastante popular. Las maderas duras pueden durar cientos de años, si se mantienen adecuadamente. Se pueden usar en piezas grandes y estructurales, o convertirse en listones para la fabricación de otros artefactos, como cajas, pallets o soportes para diversos fines. Pero incluso las maderas más blandas y baratas pueden reciclarse, especialmente como materia prima para la industria de paneles. La opción más común hoy en día es la molienda completa del material para la fabricación de láminas de MDF.
El reciclaje de yeso en la construcción es factible, pero es un material que si se elimina de manera incorrecta puede emitir ácido sulfhídrico, inflamable y altamente tóxico, que contaminar el suelo y las aguas subterráneas. Sin embargo, si se envía a empresas adecuadas, el yeso reciclado conserva las mismas características físicas y mecánicas que el yeso convencional a un costo relativamente bajo.
El poliestireno expandido o EPS es un material que también puede reciclarse, convirtiéndose en materia prima para la fabricación de nuevos productos plásticos, cuando se tritura y compacta. Puede convertirse en objetos para terminaciones o incluso en pinturas.
Aunque las botellas y envases de vidrio son altamente reciclables, no es el caso del vidrio utilizado en ventanas. Cada vidrio tiene diferentes composiciones químicas y temperaturas de fusión, por lo que no pueden reciclarse en conjunto. Sin embargo, existe la opción de fundir y remanufacturar el vidrio para convertirlo en fibra de vidrio, y así incorporarlo al asfalto e incluso combinarlo en pinturas reflectantes, amarillas y blancas. Además, el vidrio quebrado se puede combinar con concreto para crear pisos y encimeras de granito, por ejemplo.
© 2024 Dossier de Arquitectura, Todos los derechos reservados