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Uno de los mayores desafíos en el hogar es mantener el orden sin sentir que estás limpiando todo el tiempo.
Un espacio bien diseñado puede lucir increíble, pero si está desorganizado o lleno de polvo, pierde su encanto rápidamente. Entonces, ¿cómo mantenerlo impecable sin demasiado esfuerzo?
La clave está en la prevención. En lugar de dejar que el desorden se acumule, adopta el hábito de limpiar y organizar por pequeñas dosis. Guardar cada cosa en su lugar después de usarla y hacer un repaso rápido al final del día evita acumulaciones que luego toman más tiempo en resolverse.
Otro truco efectivo es reducir la cantidad de objetos a la vista. Cuantos menos adornos y superficies abarrotadas tengas, menos polvo se acumulará y más fácil será la limpieza. Opta por almacenamientos cerrados o estanterías bien organizadas para mantener un equilibrio entre funcionalidad y estética.
Además, elegir bien los materiales del mobiliario también puede hacer la diferencia. Superficies lisas y fáciles de limpiar, como la madera tratada o el vidrio, requieren menos mantenimiento que las texturas rugosas donde el polvo se adhiere con facilidad.
Por último, convierte la limpieza en parte de tu rutina diaria sin que se sienta como una carga. Dividir las tareas en pequeñas acciones distribuidas a lo largo de la semana hace que el proceso sea más manejable y evita tener que dedicar un día entero a ordenar y limpiar.
Con estos simples hábitos, tu hogar se verá impecable sin que la limpieza se vuelva una tarea abrumadora.
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