Muchos de mis clientes vienen a mi oficina buscando hacer proyectos inmobiliarios sin tener conocimiento del rubro, pero sí con la idea de que es un buen negocio. Y efectivamente, bien ejecutado, es un buen negocio. ¿Pero cómo hacer un proyecto si uno no sabe por dónde empezar?
Muchas veces, las oportunidades nacen donde uno menos se las espera, de la herencia de algún terreno, una casa vieja o, simplemente, de una chacra que ahora se encuentra rodeada por edificios. La realidad es que las ciudades crecen, se desarrollan, renuevan y los jugadores en el rubro inmobiliario, no siempre son las grandes empresas, sino más bien, las personas comunes y corrientes a las que la vida les presenta, de vez en cuando, grandes oportunidades. ¿Quién, en su sano juicio, teniendo la ocasión, no quisiera aprovechar una buena oportunidad? Hacer un proyecto inmobiliario es un negocio y, potencialmente, uno muy rentable. Sin embargo, a pesar que existe una gran cantidad de información, buenas prácticas, procesos y procedimientos pre-establecidos para el sector inmobiliario, muchos comenten errores en el camino que terminan consumiendo una buena parte de las utilidades del negocio y, en algunos casos, transformando un negocio con potencial, en una pesadilla financiera.
Definitivamente, todo empresario o inversionista debe leer, investigar y asesorarse antes de iniciar un proyecto para evitar desviarse de lo que realmente se quiere hacer y asegurarse de que se está ejecutando lo que realmente pide el mercado. Yo siempre le digo a mis clientes que lo mejor es tener en el equipo a una suerte de “chofer y guardaespaldas”. El primero que se encargue de manejar el proyecto y el segundo que nos cuide las espaldas para minimizar errores, contratiempos y no perder plata. Finalmente, construir es un negocio, y si la meta es invertir 100 para vender 150, entonces uno debe de ser inteligente en el proceso para no gastar ni un centavo más de lo necesario y vender al mayor precio posible.
Construir y vender es una muy buena oportunidad para generar valor y crear riqueza. Bajo el lema de “analizar, decidir, construir”, el éxito demanda que uno logre homologar los cuatro ejes fundamentales de todo proyecto, desde los aspectos técnicos, legales, financieros y comerciales.
Ninguno de ellos por sí solo es más importante que el otro y si los cuatro no están alineados, entonces los errores sumarán a los gastos y las utilidades disminuirán o desaparecerán. No hay nada más frustrante que un proyecto sin resultados positivos.
Muchos piensan que un proyecto inmobiliario significa solo construir y que basta con tener un amigo arquitecto o constructor para hacer el proyecto. Si te invitan a participar en un proyecto y te dicen eso, entonces hay que tener mucho cuidado. Si bien es cierto que la construcción representa un porcentaje importante del costo total del proyecto, no hay que ignorar la importancia de la administración, las finanzas o el esfuerzo comercial necesario para sacar adelante el proyecto.
Proyectos perfectos no existen, proyecto sin errores tampoco, sin embargo, una buena planificación y un buen equipo puede hacer mucho para minimizar errores y maximizar ganancias. Los criterios para un buen proyecto son diversos y es importante tener en cuenta todas las variables para conceptualizar, desarrollar y ejecutar correctamente un proyecto, por lo que la mejor recomendación que uno puede seguir antes de decidir entrar al rubro inmobiliaria, es estar bien asesorado.
Los proyectos inmobiliarios son apuestas importantes donde uno siempre puede hacer un buen negocio, sin embargo, un proyecto mal gestionado también puede significar grandes pérdidas y, en ocasiones, la ruina de aquellos que no lo toman con la seriedad necesaria.
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