A la vivienda original, realizada en la década de los 90, los propietarios fueron agregando habitaciones y baños sin planificación, sin orden lógico, sin más que la necesidad de incrementar espacios, llegando a usar el 100% del área de los retiros tanto lateral derecho como posterior que tenía la vivienda, esto en los dos niveles.
El proceso paulatino de autoconstrucción incrementó los metros cuadrados, pero a costa de perder calidad espacial, iluminación y ventilación natural, y con ello condiciones adecuadas de habitabilidad. Con lo cual este inmueble estaba en un franco proceso de tuburización, debido a que la mayoría de las habitaciones eran destinados para alquiler.
En una primera conversación con los propietarios de la casa, estos mencionan que contrataran al arquitecto que no sugiera que hay que derrocar lo añadido para solucionar los problemas de la vivienda, para ellos significa pérdida de invalorables recursos. Así mismo los materiales exteriores y de fachada deben ser de fácil limpieza, que no requieran mantenimiento constante. Escogiéndose para ello fachaleta, micro cemento, hormigón visto, madera, como materialidad principal de la obra.
En este contexto y con estas exigencias, el proceso de intervención inicia con el proyecto, analizando primeramente el sitio, ubicación, asoleamiento, condiciones topográficas entre otras. Un aspecto relevante es la topografía negativa del solar donde esta edificada la vivienda, que exige una solución apropiada para encausar las aguas lluvias, que con frecuencia en los temporales invernales inunda la vivienda, por la saturación de las cunetas da la avenida que limita el frente de la casa.
La estrategia para el nuevo uso de los espacios, consiste en recuperar la disposición de la vivienda original añadiendo los ambientes necesarios al uso actual, y disponer de forma ordenada los espacios internos de esta. Además, a pesar de lo irregular de estructura existente, se proyecta una segunda vivienda, utilizando los ambientes construidos en el retiro lateral de tres metros de ancho.
En el proceso proyectual, para solucionar la iluminación y la poca altura de entrepisos, se disponen grandes ventanales, pero esto trae consigo que en los ambientes de la fachada principal que dan al Oeste, se produzca un efecto invernadero, por ello se disponen lamas móviles, que se ubican para impedir o dejar pasar los rayos del sol según la necesidad de atenuar o ganar calor interno.
Se buscó recobrar los espacios, omitiendo todo lo innecesario que estaba construido, es así que fue más lo que se liberó, que lo que se construyó. Derrocándose lo estrictamente necesario para solucionar los problemas de iluminación natural de la vivienda original, se dispone que este espacio para iluminación cenital, sea en todo el ancho, recuperando la iluminación con un espacio o patio central.
A las habitaciones construidas en planta baja en el retiro posterior, se les da un nuevo uso, cuarto de máquinas y un estudio. En planta alta se destina una habitación para huéspedes, costurero y un baño. Constructivamente se deja evidencia a través del uso adecuado de límites y materiales de lo antiguo y lo nuevo, en este nivel se construye una pasarela traslucida para conectar la vivienda original con las dos habitaciones posteriores, que ahora funcionan como parte de esta.
En todo momento del proceso de planificación, se puso singular atención al detalle, siendo ordenados, rigurosos, buscando que el proyecto sea económicamente viable. Todos estos aspectos que se construyeron y materializaron, le dieron forma al proyecto, y este a su vez cumplió el cometido para la cual está destinada la arquitectura, de mejorar las condiciones espaciales, funcionales y estéticas de los ambientes creados por el hombre para el uso de este.
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