Hace más de una década, Patrick Bernatz Ward y su mujer, Shannon, vivían en Nueva York mientras buscaban a distancia una casa en Los Ángeles. Querían el tipo de casa antigua californiana que les venía a la mente cuando pensaban en su infancia, ya que ambos habían nacido y crecido en Los Ángeles.
Puede que la casa, de más de un siglo de antigüedad, se estuviera desmoronando debido al grave abandono, pero su historia era notable. Era una casa original de una inmobiliaria, encaramada en una colina, construida en un cuadrado perfecto en un estilo vernáculo conocido como victoriano piramidal. La casa estaba prácticamente apoyada sobre una roca y necesitaba varias reparaciones inmediatas para hacerla habitable. La pareja se tomó su tiempo, pero cuando el estudio del arquitecto empezó a despegar, supo que era hora de terminar el proyecto. Los tres últimos años fueron el último empujón hacia la meta.
El estudio de Bernatz Ward es conocido por su uso de materiales locales y su obsesión por el contexto histórico, por lo que se sumergió en métodos de construcción, acabados y aplicaciones de diseño de generaciones pasadas, y exploró cómo podían reutilizarse o reinterpretarse para satisfacer las necesidades de la vida en el siglo XXI. El contexto de esta casa influyó en toda la restauración.
Al recorrer el espacio, los detalles utilizados en la carpintería de los armarios de la cocina tienden un puente entre la estructura original de 1890 y la nueva cocina añadida. La zona del comedor se inspiró en la arquitectura de los antiguos porches para permitir un control climático más natural. La mampostería de piedra del jardín se extrajo de la propiedad y se transformó en muros. “Reparamos y repusimos muchas de las ventanas originales, pero había zonas en las que queríamos combinar la escala de las ventanas originales con una visión más contemporánea sin que pareciera que era una gran ventana moderna”, dice Bernatz Ward.
La mayoría de los muebles de la casa han sido diseñados por el propio Bernatz Ward: El sillón del salón se construyó con nogal negro de la zona y siguiendo el modelo de una silla de capitán tradicional, mientras que la mesa de centro tiene un tinte ebonizado y es de roble vivo de la zona. Las sillas de roble blanco del comedor se tiñeron con tinte de cochinilla procedente del nopal del jardín. La lámpara de sobremesa del dormitorio principal se fabricó con cromo pulido y un remate de eucalipto torneado. Cuando el diseñador no hizo piezas nuevas, buscó muebles antiguos que encajaran de forma natural en el espacio.
Hoy, Bernatz Ward describe la sinuosa calle que conduce a la casa como una reminiscencia de San Francisco. Casi una década después de comprar la casa, situada en lo alto de una colina, Bernatz Ward y su familia pueden sentarse en su pequeño jardín sintiéndose recluidos en un escondite. Pueden mirar hacia fuera y ver la ciudad, y una casa que ya no se desmorona a su alrededor.
