La Casa BP, diseñada por el arquitecto Santiago Berlotti, se integra de manera natural en una zona elevada de Mendiolaza, Argentina, aprovechando la topografía suave y las vistas abiertas hacia el paisaje rural. Desde su concepción, el proyecto plantea una arquitectura que no irrumpe en el terreno, sino que se posa sobre él con una geometría serena, apoyada en una plataforma verde que acompaña el movimiento del suelo.
El diseño se articula a partir de dos gestos formales. El primero es un volumen monolítico, de muros continuos en tonos tierra, que establece un frente ciego hacia el acceso vehicular, generando privacidad y una imagen robusta. En contraste, su contraparte se abre completamente hacia el paisaje, permitiendo una relación franca entre interior y exterior. El segundo gesto se materializa en un pabellón de apoyo, más liviano y contemporáneo, compuesto por carpinterías negras, planos acristalados y parasoles horizontales que regulan la entrada de luz.
En términos funcionales, la vida social se concentra en un núcleo integrado de sala, comedor y cocina, concebido como un espacio continuo y flexible que conecta con una galería longitudinal paralela. Esta galería actúa como una extensión natural del espacio interior, favorecida por su orientación y sistema de aberturas que permiten expandir las actividades hacia el exterior.
La zona privada se ubica en el ala derecha del volumen principal. Allí, las habitaciones quedan protegidas por la masa térmica de los muros y por un pasillo lineal que ordena la circulación, gestionando la iluminación y la privacidad mediante aberturas controladas. Un volumen complementario, apenas separado del cuerpo principal, refuerza el lenguaje contemporáneo a través de una estructura metálica combinada con parasoles que tamizan la luz.
El paisajismo juega un papel esencial en el proyecto. Compuesto por especies nativas, pastos, herbáceas y arbustos autóctonos, no funciona como un elemento ornamental, sino como una extensión directa del terreno montañoso. Su disposición libre y naturalista suaviza los límites de la arquitectura e intensifica su vínculo con el lugar. A esto se suma la piscina lineal, ubicada junto a la galería, que actúa como un plano horizontal reflejado prolongando la geometría recta de la casa.
La materialidad de la Casa BP se define a partir de una paleta coherente con el clima y el paisaje: muros de cemento pigmentado con textura artesanal, madera maciza en la galería principal con columnas irregulares y techos de lamas continuas, y carpintería de vidrio y metal negro en el volumen auxiliar. Los muros terrosos del volumen principal reflejan los colores del entorno rural, respondiendo más a criterios ecosistémicos que estéticos: se tornan rosados al amanecer, adquieren tonos ocres al atardecer y permanecen neutros en días nublados.
El resultado es una arquitectura que alterna llenos y vacíos, opacidad y transparencia, contención y apertura. Una casa que no pretende imponerse sobre el territorio, sino dialogar con él, absorbiendo sus matices y devolviéndolos transformados en un espacio habitable, cálido y profundamente conectado con la naturaleza.
Fotografía: Gonzalo Viramonte




