En forma de cilindro, con una claraboya triangular y de estilo minimalista.
En la Edad Media, las decoraciones de las iglesias, recargadas con murales, vitrinas, tallas y pinturas, cumplían una doble función. Por un lado, transmitir las enseñanzas y la vida de Jesús a personas analfabetas a través de imágenes. Por otro, hacerles sentir que se encontraban en un lugar sagrado con solo cruzar su puerta. A día de hoy, los nuevos templos cada vez abandonan más este enfoque y buscan ser espacios tranquilos donde poder orar y meditar. De ahí que nos estemos encontrando con cada vez más iglesias que siguen un estilo minimalista hasta tal punto que nos cuesta diferenciar si es o no un edificio religioso.
Esta iglesia en un pequeño pueblo en la región de Zlín, en la República Checa, va un paso más allá al apostar por una estructura circular. El estudio arquitectura detrás de esta idea, Atelier Štěpán liderado por Marek Jan Štěpán, partió de un cilindro y, como si estuviera hecho de papel, jugó con cortes en la fachada que entran y salen de ella para dejar pasar la luz al interior. Los elementos que distinguen las iglesias del resto de edificios, como son la cruz o las campanas, siguen un estilo minimalista sobre una fachada lisa de yeso.
En el interior nos encontramos con madera para el techo y el mobiliario que sigue la forma circular, para dejar total protagonismo al altar en forma de cáscara de bronce. La claraboya triangular sin duda llama nuestra atención destacando su forma entre tanto interior de líneas curvas. Este interior minimalista consigue crear esa escena que transmite calma a través de los materiales, los colores claros que reflejan la luz natural que entra por la claraboya y las formas que envuelven a los creyentes y visitantes que se acercan a contemplar este diseño tan rompedor.
