Cada vez hay más diseñadores y arquitectos eco-conscientes, cuyo trabajo demuestra que una revolución está en marcha y va en aumento. La sostenibilidad es el objetivo de innovadores materiales y formas de construir, de nuevas maneras de consumir y de crear. Aquí mostramos ejemplos pioneros que evidencian que ante la emergencia climática, hay sobrados motivos para la esperanza.
Prácticas de construcción deficientes y edificios ineficientes son algunas de las principales fuentes de emisiones de carbono a la atmósfera. Pero actualmente hay varios ejemplos de que los arquitectos y constructores se están replanteado la elección de materiales y de métodos para sus proyectos. En el Reino Unido, la firma londinense Practice Architecture construyó una casa con cultivos de cáñamo ecológicos que crecían en los campos de los alrededores. Utilizaron hormigón de cáñamo -una mezcla de cáñamo, cal y agua- para construir paredes, y también fibras de tallo de cáñamo mezcladas con resina de desechos agrícolas para revestir todo el exterior. Ya en la época de los romanos se construía con cáñamo, una técnica ecológica que podría recuperarse hoy.
Otro material de construcción antiguo, la madera, es ahora tendencia por su sostenibilidad y, en particular, la madera laminada cruzada (CLT), que se elabora al pegar capas orientadas perpendicularmente entre sí, ofreciendo resistencia, sostenibilidad y versatilidad. Henning Larsen, prestigiosa firma danesa de arquitectura, ha colaborado con ingenieros ambientales y biólogos para proponer un barrio totalmente hecho de madera en Copenhague.
Nuevos materiales de construcción más ecológicos surgen del trabajo en centros de investigación. Un equipo de la Universidad de Colorado, Boulder, en los EE.UU., está desarrollando un nuevo tipo de hormigón vivo que puede reproducirse. En el Real Instituto de Tecnología de Melbourne, Australia, se ha encontrado un uso innovador para las colillas de cigarrillos desechadas, incorporándolas a la fabricación de ladrillos que, de esta forma, requieren hasta un 58% menos de energía al ser horneados.
Los interioristas están eligiendo cada vez más elementos sostenibles para fabricar muebles y objetos domésticos, como corcho, bambú, coco, hongos, algas marinas, estiércol de vaca reciclado y otros, en función de su ubicación y disponibilidad, optando por aquellos locales y abundantes.
De manera creciente, los diseñadores están repensando cada paso del proceso creativo, eligiendo la producción sólo por encargo y otros métodos para eliminar los residuos. Los creadores con sede en París, Natacha Poutoux y Sacha Hourcade, han reimaginado artículos cotidianos que normalmente se fabrican en plástico, creando en su lugar elegantes alternativas ecológicas, como un humidificador de vidrio de color transparente que se asemeja a un jarrón y un servidor de datos de cerámica que más bien parece un objeto decorativo.
El cambio de tendencia se evidencia sobre todo en las generaciones jóvenes, quienes se interesan crecientemente en la producción local y en el retorno a productos artesanaless, asegura Vincent Grégoire, trend hunter de la parisina agencia de tendencias Nelly Rodi. Según él, cada vez más los jóvenes adoptan un estilo de vida sostenible en el que poseer objetos nuevos y relucientes ya no resulta atractivo. En lugar de ello, prefieren compartir, intercambiar y comprar de segunda mano, haciendo del reciclaje algo instintivo y natural. “A sus ojos, todo puede convertirse en algo hermoso”, afirma Grégoire. Para los diseñadores, el reciclaje y el “upcycling” de la abrumadora cantidad de residuos post-consumo es un punto de partida. Un ejemplo es la colección Ibiza, del catalán Eugeni Quitllet para la firma de mueble exterior Vondom, hecha de botellas de plástico 100% recicladas recogidas en el mar Mediterráneo en torno a la isla.
La construcción de un futuro saludable y socialmente sostenible debería estar al alcance de todos. Y en busca de equidad, los diseñadores deben incorporar la sostenibilidad social en sus modelos de negocio. En Francia, Label Emmaüs, website de comercio electrónico de esta organización benéfica, alquila muebles y objetos decorativos de segunda mano para utilizarlos en diferentes ferias y grandes conferencias de empresas, que normalmente generan una enorme cantidad de residuos.
La generación actual de diseñadores tira cada vez más de los ámbitos del arte, la ciencia y la tecnología para ampliar los límites de la experimentación y la creatividad, dando lugar a proyectos que hace unos años atrás habrían sido considerados ciencia-ficción.
El joven diseñador francés Samuel Tomatis trabaja con científicos, biólogos y ecologistas para transformar las algas marinas en muebles, iluminación, vajilla y textiles. El dúo de diseñadores holandeses Maartje Dros y Eric Klarenbeek han creado piezas de alto diseño, como una silla digna de un museo, a partir del micelio, un material sostenible derivado de los hongos. La bióloga y diseñadora francesa Marie-Sarah Adenis está desarrollando una nueva generación de tintes ecológicos hechos de bacterias para reemplazar los tintes tóxicos usados habitualmente en la industria textil.
Algunos diseñadores usan el diseño para intentar estimular la imaginación y aumentar la conciencia medioambiental. Un ejemplo es el holandés Daan Roosegaarde, autor de proyectos como Waterlicht, una instalación que se ha exhibido en varias ciudades y que combina LEDs y lentes para crear la impresión visual de una inundación y así concienciar sobre el aumento de los niveles de agua; o como el Laboratorio de Residuos Espaciales, en colaboración con la Agencia Espacial Europea, que para ayuda a visualizar, capturar y reciclar los residuos espaciales de cohetes y satélites rotos que flotan alrededor de la Tierra, convirtiéndolos en productos sostenibles; o su proyecto Smog Free, una torre que limpia el aire en los espacios públicos. Cada generación piensa que será la que salve al mundo. Esta última, hasta ahora la más comprometida, podría ser la última esperanza.
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