Fachadas de doble piel: nombre casi autoexplicativo para sistemas de fachadas que se componen de dos capas, generalmente de vidrio, donde el aire fluye a través de la cavidad intermedia. Este espacio –que puede variar de entre 20 cm hasta algunos metros– actúa como aislamiento frente a temperaturas extremas, vientos y ruidos, mejorando la eficiencia térmica del edificio en climas fríos y cálidos. Quizás uno de los ejemplos más famosos de fachadas de este tipo es el edificio '30 St Mary Axe' de Foster+Partners, más conocido como "The Gherkin".
El flujo de aire a través de la cavidad puede ocurrir naturalmente, o ser impulsado mecánicamente; además, entre estas dos pieles se pueden incluir dispositivos de protección solar.
Aunque el concepto de las fachadas de doble piel no es nuevo, se está incorporando cada vez más en el diseño arquitectónico, especialmente en rascacielos, ya que permite la construcción de fachadas transparentes con interiores de alto comfort térmico y acústico, reduciendo los costos de aire acondicionado y eliminando el uso de tecnologías avanzadas en los vidrios.
En climas cálidos, la cavidad puede ventilarse hacia el exterior del edificio, mitigando la ganancia solar y disminuyendo la carga por enfriamiento. El exceso de calor se drena a través de un proceso conocido como efecto chimenea, en el que las diferencias en la densidad del aire crean un movimiento de circulación que finaliza en la salida de aire caliente. Esencialmente, esto significa que a medida que aumenta la temperatura del aire en la cavidad, este es empujado fuera de ella, entregando una ligera brisa a los alrededores mientras el interior permanece aislado frente a la ganancia de calor.
Se entiende que las fachadas de doble piel son sistemas que dependen en gran medida de las condiciones externas (radiación solar, temperatura externa, etc.), influyendo directamente en el comfort interno y en la calidad de vida de las personas. Por lo tanto, un diseño cuidadoso es esencial para cada caso, incluyendo el conocimiento detallado de la orientación solar, el contexto, las condiciones locales de radiación y de temperatura, la ocupación del edificio, entre muchos otros aspectos. Destacamos, a continuación, algunas de sus ventajas y desventajas:
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