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Cómo diseñar escuelas basados en la pedagogía Waldorf

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Cómo diseñar escuelas basados en la pedagogía Waldorf

Publicado hace 4 años

Introducida por Rudolf Steiner, la pedagogía Waldorf se alimenta de los principios de la filosofía antroposófica. Una de las principales características de su enfoque pedagógico es la suposición de que la formación de un ser humano debe ser holística: sus sentimientos, su imaginación, su espíritu y su intelecto serían una composición única, señalando que los pensamientos, sentimientos y acciones estarían siempre vinculados.

Entonces, el enfoque de la filosofía es desarrollar individuos capaces de relacionarse con ellos mismos y con la sociedad (inteligencia inter e intrapersonal); habilidades que son fundamentales para los desafíos del siglo XXI. Este aprendizaje se da con fuerza en las escuelas que siguen este método, introduciendo a las familias en el entorno escolar y transformándolas en una comunidad. Revisemos su funcionamiento y sus implicancias, a continuación.

Dentro de la filosofía antroposófica, el desarrollo humano se subdivide por septenios, es decir, cada siete años:

  • 0 a 7 años: Necesidad de desarrollo a través de la libertad de movimiento y la exploración libre del medio ambiente. Este período de siete años se considera uno de los más importantes porque contiene los mayores logros de cada ser humano: la postura erguida (al caminar), la comunicación (con discurso), y su percepción como individuo (cuando el niño comienza a referirse a sí mismo con el pronombre "yo"). Las aulas Waldorf que albergan las actividades de los niños más pequeños, buscan reproducir la atmósfera de un hogar, funcionando como una extensión de la misma. En ellas, grupos de edades mixtas se relacionan como hermanos, educándose mutuamente, aunque de manera inconsciente.
  • 7 a 14 años: Necesidad de desarrollo a través de las emociones, la creatividad y los sentimientos. Las artes y la artesanía contribuyen mucho a esta mayor búsqueda de sensibilidad.
  • 14 a 21 años: El individuo es maduro y está listo para utilizar sus habilidades mentales y morales. En esta etapa, teóricamente es capaz de desarrollar pensamientos más abstractos y colectivamente más complejos.

Al igual que la propuesta pedagógica, que sigue los principios de la antroposofía, la arquitectura de los edificios que albergan este tipo de escuela también deben seguir su filosofía. Por lo tanto, los arquitectos antroposóficos proponen algunos parámetros que pueden identificarse en la mayoría de las escuelas Waldorf. Sus espacios deben ser capaces de transmitir a los estudiantes un alto sentimiento de apropiación, y los ambientes interiores deben ser adecuados a cada actividad desarrollada (clases de manualidades, escultura, carpintería, entre muchos otros). También deben ser consistentes con la edad y el ciclo de desarrollo de los niños que los ocupan.

Comodidad

Se considera esencial, durante los primeros siete años, que el niño esté en casa, en contacto directo con su familia y las actividades domésticas. Por esta razón, las aulas dedicadas a este grupo de edad buscan ofrecer un ambiente hogareño, acogedor, seguro y estimulante. Es muy común el uso de rincones más pequeños dentro de entornos más grandes. Por ejemplo, en un aula grande se incluye un rincón de la casa o un área para preparar y consumir comidas, o zonas para descansar y jugar. La idea es que el niño pueda sentirse seguro al ocupar estos espacios más pequeños, apropiándose de ellos. El aula, con un ambiente hogareño, se convierte en una metáfora de la casa y, a su vez, la escuela se convierte en una representación de la comunidad externa.

Armonía entre las artes

Rudolf Steiner creía que la arquitectura era la integración de todas las manifestaciones artísticas, dando forma a un espacio. Por lo tanto, se puede concluir que el aspecto estético aportado por el arte es un hecho importante. Es muy común encontrar, en entornos que siguen la pedagogía Waldorf, espacios que exhiben manifestaciones artísticas realizadas por los estudiantes.

Elementos rítmicos

La música también es un arte muy presente en el entorno Waldorf. Aparece en la arquitectura a través de la repetición de elementos arquitectónicos como marcos o pilares, por ejemplo.

Naturaleza, adentro y afuera

La conexión (directa o indirecta) con la naturaleza se considera muy beneficiosa para la salud psicoemocional de los niños, y se presenta como material para las distintas actividades escolares, incorporando conos de pino, semillas, ramas, conchas, piedras, raíces y otros elementos naturales. Incluso, existe una contraindicación para el uso de objetos de plástico y juguetes tradicionales. En los espacios exteriores se busca incluir zonas de tierra o arena, y una gran cantidad de vegetación (plantada directamente en la tierra o en macetas). Las casas en los árboles también son muy bienvenidas.

Se recomienda el uso de materiales de construcción y revestimientos naturales, y que las aulas se abran hacia un área verde central, donde los niños puedan moverse libremente. Considerando que son espacios destinados a la infancia, el alféizar de la ventana debe colocarse a una altura menor que la tradicional para permitir que el área verde esté al alcance de los ojos de su observador.

Iluminación natural

Esta es una filosofía que valora todos los beneficios que el contacto con la naturaleza puede ofrecer a los seres humanos. Por esta razón, la iluminación natural también es deseable y muy bien valorada en sus escuelas. Dependiendo de las actividades que se realizarán en sus distintos espacios, es interesante prever la posibilidad de filtrar o bloquear por completo la entrada de la luz natural. Así, sus variaciones podrían producir infinitas posibilidades de atmósferas en ambientes interiores.

Color

Se concede gran importancia al uso de colores. Se recomienda una paleta específica para cada grupo de edad, ya que, según la filosofía, los colores cambian según el nivel de madurez de los niños. Las aulas para niños más pequeños son de colores cálidos y claros (especialmente rojizos y naranjas), relacionados con las actividades activas y festivas, más presentes en la vida diaria de este grupo de edad. Los tonos fríos (azulados y verdosos) se recomiendan para estudiantes de edad intermedia, asociados con actividades que requieren un mayor nivel de concentración y foco. A diferencia de otras metodologías (como Montessori, por ejemplo), se recomiendan contrastes fuertes (como el blanco y negro) para los niños mayores, ya que a menudo son tonos relacionados con las formas abstractas. En las paredes, la pintura generalmente sigue una técnica específica desarrollada por Steiner llamada "Lazure" que tiene como objetivo hacerlas más vívidas y menos opacas.

Estas tres últimas características combinadas: la conexión con la naturaleza, la iluminación natural y el uso del color están directamente relacionadas con la importancia del aspecto sensorial en el desarrollo humano. Se cree que, juntos, pueden crear un ambiente de aprendizaje físico que sea seguro y capaz de explotar completamente el potencial creativo de los niños y niñas.

Flexibilidad

Como las actividades desarrolladas por la filosofía Waldorf son muy dinámicas, es esencial que la composición de los interiores sea muy flexible, creando un ambiente vivo y activo. En este punto, algunas soluciones son frecuentes. Las mesas y las sillas deben ser ligeras para poder quitarlas fácilmente. Los patios descubiertos pueden funcionan como escenarios teatrales. Las canchas multideportivas cubiertas pueden utilizarse para celebrar las distintas festividades presentes en el plan de estudios Waldorf.

Percepción geométrica

Según el pensamiento antroposófico, las transformaciones progresivas de las formas geométricas de las aulas, a medida que cambia el grupo de edad, son muy importantes. Por lo tanto, es común ver:

  • Marcos de formas geométricas que se escapan del estándar convencional.
  • Variaciones formales en los planos verticales (paredes) y horizontales (pisos y techos).
  • Plantas de forma trapezoidal.

La libertad es un concepto importante en esta pedagogía. Steiner defendió el uso de muros divergentes porque, en su opinión, son capaces de democratizar la apariencia del usuario en el entorno (los muros convergentes tienden a dirigir), liberando sus movimientos y sus focos de atención. Por lo tanto, muchas escuelas eligen la figura del trapecio debido a sus características formales.

Cada salón de clase (dividido por grupo de edad) tiene un formato recomendado para que las transformaciones geométricas puedan seguir el desarrollo interno de los niños. En los primeros años, las aulas tienen un diseño predominantemente orgánico. Poco a poco, se introduce el ángulo y las clases se vuelven más alargadas. Por lo tanto, todo lo que tiene líneas más redondeadas, está unificado y es predominantemente más ligero, está relacionado con los estudiantes de preescolar. Con los años, todo se vuelve más firme, más articulado y angular. Esta estrategia tiene el objetivo inconsciente de que el niño perciba el concepto de la creación de formas, arraigando en él un sentido estético más profundo.

Es posible afirmar que los elementos arquitectónicos de una escuela Waldorf son parte activa del proceso de aprendizaje y desarrollo de los niños. En combinación con otras actividades curriculares, la pedagogía Waldorf propone trabajar en conceptos como la metamorfosis de la forma, los colores y la geometría de la manera más completa posible, potenciando en los niños y niñas la libertad de percibir y explorar completamente los entornos.

 

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