En las afueras del bullicioso Pekín, en el distrito de Miyun, el estudio Arquitectura STEPS llevó a cabo la transformación de una antigua vivienda tradicional china en un retiro de fin de semana contemporáneo para una familia. El proyecto toma como punto de partida una construcción típica de patio cuadrangular, con un edificio principal al norte y dos alas laterales al este y oeste.
El objetivo era claro: reconvertir esta estructura centenaria en un espacio moderno y funcional sin perder su esencia, donde el tiempo se sienta detenido y el entorno natural cobre protagonismo.

Una intervención respetuosa y estratégica
Los arquitectos decidieron conservar las alas originales, destinándolas a funciones secundarias como la cocina, el comedor y un salón de té. Por otro lado, el edificio principal fue demolido y reconstruido con dos plantas que ahora alojan los espacios principales: una amplia sala de estar y cuatro dormitorios.
La intervención buscó recuperar la conexión entre los volúmenes y su entorno, algo que la antigua distribución no lograba. Así, se diseñó un nuevo patio interior que no solo articula todos los espacios de la casa, sino que también se convierte en el corazón visual y emocional del proyecto. Gracias a la reconfiguración del límite entre el interior y el exterior, cada estancia se abre a este núcleo verde, propiciando un diálogo constante con la naturaleza.


Arquitectura para contemplar y habitar
Una de las claves del diseño fue maximizar las vistas hacia el patio, el cielo y las montañas cercanas. Aprovechando los aleros de las alas originales, se generaron nichos exteriores para el comedor y el salón de té, con bancos integrados en los alféizares que invitan a sentarse y disfrutar del paisaje.
La sala de estar en planta baja se abre al patio a través de una gran ventana francesa, mientras que un alero voladizo extiende el espacio hacia el exterior, creando una zona de transición protegida. En la planta superior, las habitaciones fueron retranqueadas para formar aleros, proporcionando sombra y evitando el sobrecalentamiento, a la vez que suavizan el paso entre interior y exterior.


Una azotea para tocar el cielo
Con la reconexión de los edificios lateral y principal, la azotea se amplió y se convirtió en un nuevo espacio habitable. Desde allí, la familia puede disfrutar de vistas abiertas hacia las montañas, el amanecer o el vuelo de las palomas sobre los tejados vecinos.
El acceso a esta terraza se realiza mediante un pasillo voladizo, cuya estructura también genera el alero de la planta baja. Este mismo pasillo se convierte en un lugar de contemplación, donde una ventana horizontal permite ver el patio desde un nuevo ángulo, estableciendo una continuidad visual y espacial entre niveles.

Luz natural y eficiencia térmica
La casa incorpora una serie de estrategias pasivas para garantizar confort térmico y buena iluminación. Se abrieron claraboyas en el techo a dos aguas del edificio principal, llenando de luz natural la sala de estar de doble altura y los dormitorios del primer nivel, que de otro modo serían oscuros debido a los volúmenes adyacentes.
Desde el punto de vista técnico, se eligieron materiales y métodos de construcción adecuados a las capacidades del equipo local y al riguroso clima invernal de la zona. Debido a limitaciones técnicas, la estructura se realizó en ladrillo y hormigón, y se recurrió a aislamiento exterior y pintura mineral para proteger las fachadas. El uso de vigas de hormigón invertidas permitió una mayor eficiencia térmica sin sacrificar la estética del proyecto.

Un oasis familiar
Finalizada con un presupuesto modesto, la nueva casa logró cumplir, e incluso superar las expectativas de sus propietarios. El resultado es una vivienda donde cada rincón invita a la calma, un refugio que reinterpreta la tradición con una mirada contemporánea y que ofrece una experiencia sensorial completa en conexión con la naturaleza y la vida familiar.