La columna en arquitectura, a lo largo de la historia de la construcción, ha evolucionado estéticamente para adaptarse a las tendencias de cada época. Además de su función estructural, ha adquirido significados simbólicos y se ha convertido en un elemento conmemorativo.
La variedad de columnas es asombrosa, desde altas y monumentales hasta esbeltas y decoradas. Tienen un papel fundamental en la arquitectura, sosteniendo estructuras horizontales como techos, arcos, dinteles, bóvedas y cúpulas.
La columna, junto con el dintel, se considera el inicio de la arquitectura, transformando refugios en construcciones más elaboradas. A lo largo de la historia, las columnas se han construido con diversos materiales, desde mármol y piedra caliza en la antigua Grecia hasta madera, ladrillo y piedra en la Edad Media. Con la Revolución Industrial, se adoptaron el acero y el concreto. Las columnas han sido un elemento clave para la evolución de la arquitectura, permitiendo mayores claros, alturas, diseños innovadores y cambios en las fachadas.
Es importante diferenciar entre columnas y pilares en términos de sección. Si la base es circular, se llama columna; si es poligonal, se llama pilar. Los pilares son más resistentes que las columnas. En la arquitectura contemporánea, es común encontrar columnas con secciones circulares, a menudo revestidas para lograr una apariencia redondeada.
Las columnas tienen un papel fundamental en la estructuración de espacios arquitectónicos. Han permitido la entrada de luz en los edificios, han añadido elementos decorativos y han servido como soporte de arcos y bóvedas. Además, las columnas han sido utilizadas como monumentos conmemorativos a lo largo de la historia. En la arquitectura moderna, las columnas siguen desafiando límites con diseños audaces, alturas impresionantes y formas únicas.
Los estilos griegos y romanos han influido en la arquitectura a lo largo del tiempo. Aunque estos estilos ya no son contemporáneos, durante muchos siglos establecieron estándares de elegancia, belleza y arte. Las órdenes clásicas se dividen según el diseño del capitel, la altura y delgadez del fuste, y la presencia o ausencia de la basa. Los griegos contribuyeron con las órdenes dórica, jónica y corintia. La orden dórica era la más robusta y simple, mientras que la jónica incorporaba volutas en el capitel y la corintia estaba decorada con hojas de acanto.
La cultura romana introdujo las órdenes toscana y compuesta. La orden toscana se basó en la dórica pero añadió una basa y eliminó las decoraciones del entablamento. La orden compuesta combinó elementos de las órdenes jónica y corintia, con volutas coronando hojas de acanto. Además, las columnas pueden clasificarse según su fuste, como estriada, lisa, fasciculada o salomónica, que presenta un fuste torsionado
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