Todos hemos tenido la desafortunada sorpresa de encontrar algo de moho en nuestras casas. Los indeseables puntos negros y verdosos, generalmente observados en rincones oscuros y húmedos, pueden parecer inofensivos al principio, pero plantean un problema importante para los edificios y sus ocupantes.
Principalmente, porque sabemos que su tendencia es de propagarse cada vez más, contaminando otros materiales y superficies, causando un olor característico y contaminando el aire. ¿Cómo es posible controlarlo y, principalmente, evitar que surjan a través del diseño arquitectónico?
El moho es un tipo de hongo y está presente en casi todos los lugares, incluido el aire. Existe una multitud de especies. Cuando se usa el término "moho negro", generalmente se está hablando del llamado Stachybotrys chartarum. Existen otras especies muy comunes, como las llamadas Alternaria, Aureobasidium, y Chaetomium. Es importante tener en cuenta que si bien la concentración de humedad es el hongo en su etapa inicial, más superficial y más fácil de eliminar, el moho corresponde a su etapa avanzada, con puntos negros enraizados y más difíciles de eliminar. Los hongos se reproducen a través de sus esporas y prosperan en superficies húmedas y ricas en celulosa, como tableros de fibra, maderas, y paneles de yeso. En lugares con pequeñas filtraciones, también puede aparecer moho.
El moho negro es toxigénico, es decir, libera micotoxinas que pueden ser extremadamente dañinas para los ocupantes del edificio. Por supuesto, algunas personas son más sensibles a las esporas de hongos que otras, y pueden desarrollar síntomas respiratorios después de inhalar una pequeña cantidad de esporas. Pero un ambiente con una alta concentración de micotoxinas puede causar envenenamiento por hongos, incluso en individuos sanos, dependiendo de su nivel de concentración, la cantidad de tiempo en exposición a ella y otros factores.
En el caso de los bebés y los niños, la exposición al moho es aún más dañina. Un estudio mostró que los niños expuestos al moho pueden tener más probabilidades de desarrollar asma. En 2009, la Organización Mundial de la Salud publicó un documento llamado WHO Guidelines for Indoor Air Quality: Dampness and Mould, con una revisión exhaustiva de la investigación científica sobre los problemas de salud asociados con la humedad y los agentes biológicos en edificios. El informe concluye que los efectos más llamativos son una mayor prevalencia de síntomas respiratorios, alergias y asma, así como una interrupción del sistema inmunitario. El documento también resume la información disponible sobre las condiciones que determinan la presencia de moho y las medidas para controlar su crecimiento en interiores. La forma más importante de evitar efectos adversos para la salud es prevenir (o minimizar) la humedad persistente y el crecimiento microbiano en las superficies interiores y las estructuras de los edificios.
Como arquitectos, nuestro deber es desarrollar proyectos que hagan que la vida de los ocupantes sea lo más saludable posible. Por lo tanto, no es exagerado tener especial cuidado con la impermeabilización de los techos y paredes, asegurándose de especificar los productos adecuados. Detalles precisos y el monitoreo durante el proceso constructivo son vitales para certificar la estanqueidad de las estructuras. Además, es importante considerar que la abundante luz solar y la ventilación adecuada son las formas más fáciles, baratas y (generalmente) efectivas de controlar la humedad en el interior. Analizar y proponer soluciones apropiadas para la luz solar y la ventilación natural, y desarrollar estrategias pasivas, pueden ser las medidas más inteligentes en la mayoría de los casos, especialmente cuando el edificio no se ubica en zonas con climas extremos.
Sin embargo, por más complejo que sea evitar la aparición de estos microorganismos dañinos en los edificios, existen algunas precauciones básicas que pueden ayudar:
Realizar inspecciones de rutina para encontrar y reparar pequeñas grietas y áreas dañadas en techos e impermeabilizaciones que puedan desarrollar una infiltración.
Asegurar un bajo nivel de humedad al interior de los espacios.
Permitir el ingreso de la brisa y el sol al interior del edificio siempre que sea posible.
Si aún sigue apareciendo moho, es importante eliminarlo de raíz. Si el problema es demasiado grave, es prudente buscar ayuda profesional. Sin embargo, existen varias recetas caseras en Internet, que generalmente utilizan lejía, que deberían funcionar para eliminar florecimientos pequeños.
Fuente: ArchDaily
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