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El papel de la arquitectura en las crisis sanitarias

Arquitectura

El papel de la arquitectura en las crisis sanitarias

Publicado hace 3 años

Una reflexión sobre cómo la arquitectura plantea soluciones en crisis como la de la COVID 19, en un análisis histórico que va desde tiempos romanos, los siglos de la peste o las grandes guerras.

Responsabilidad social. Ambas palabras reflejan una de las principales cuestiones a las que atiende la arquitectura. Cicerón la equiparaba junto a la medicina y a la enseñanza, en cuanto a los beneficios para la ciudadanía. Vitruvio apuntaba la necesidad de que diversas nociones médicas deberían incorporarse en el proceso formativo del arquitecto. A lo largo del tiempo, plagas, enfermedades y desastres han presentado ejemplos de este diálogo entre ambas materias. El Mal de San Lázaro, la lepra, marcó fuertemente la Edad Media, los sanatorios para estos enfermos se instalaban fuera de los límites de diferentes poblaciones con el fin de alejarlos. El sistema de protección por distanciamiento ya se había iniciado anteriormente, pero bajo la tutela de la iglesia, estos lugares se organizaron como complejos monacales donde los residentes vivían, para siempre, entre sus muros. El último de todo el continente, el Sanatorio de Fontilles, se localiza hoy en Vall de Laguart (Alicante). Esta obra buscó dar respuesta a un fuerte brote de la enfermedad a finales del siglo XIX; un blanco lugar levantado en un altozano de roca y pinos con una estructura claustral, delimitada por cuatro sencillos torreones y por unas fachadas exteriores de ventanas rectangulares. El patio central cuenta con arcadas y galerías que aportan una amable transparencia entre el interior y el exterior.

La aciaga Peste Negra, originaria de Asia, alcanzó Europa en el año 1346. Treinta años más tarde en Ragusa, hoy Dubrovnik, se decretó la primera cuarentena de la historiaLa Serenissima Reppublica di Venezia, enclave económico fundamental de la época, se convierte en el inicio del siglo XV en el primer estado con una regulación sanitaria, para combatir enfermedades tan dramáticas como la vivida en el siglo anterior. Derivada de ella se construye un modelo arquitectónico nuevo: el lazareto. En 1403 se funda el primero, de carácter laico, en esta ciudad italiana ocupando la Isla de Santa María de Nazaret. Una estructura donde nave, tripulación, pasaje y mercadería podrían quedar confinados siempre que fueran considerados como sospechosos. Ocupaba el perímetro de la isla, la planta general se asemeja a una parrilla con cinco patios, cuatro más o menos rectangulares y un quinto de geometría trapezoidal, un sobrio complejo recortado contra el horizonte con sus cubiertas a dos aguas. Posteriores a este lazareto aparecían los de Génova y Marsella. En España, el primero fue el de Mahón en 1793. Un verdadero bastión sanitario amurallado que tendría su aliado atlántico en la Isla de San Simón, de Vigo, en el año 1838. Los lazaretos se situaban estratégicamente en puntos clave para la navegación.

El siglo XX no fue ajeno a estas tragedias. La mayor parte de los estudios sitúan el año 1918 y Estados Unidos como la fecha y el lugar de inicio de la Gripe española. El nombre, no corresponde a su origen y se debe a que en España se abordó, por parte de la prensa y de la opinión pública, la cuestión de la enfermedad sin censura alguna. Esta pandemia superó la cifra de los 50 millones de fallecidos, el sistema hospitalario se vio desbordado rápidamente y todo tipo de edificaciones se adaptaron para atender a los enfermos. La Base Militar de Eberts Field en Arkansas fue uno de estos lugares, algunos de sus sencillos, pero amplios barracones, contaban con ventanales abiertos que hacían correr el aire fresco para mitigar la enfermedad, pues era una de las formas de tratarla por entonces. Unas camillas separadas abarrotaban estas dependencias, los lechos incorporaban un sencillísimo palio que posibilitaba la extensión de una tela que terminaba por confinar al enfermo. Por un lado, la arquitectura protege y aísla al colectivo del exterior y de los sanos; por otro, el objeto se ajusta, específicamente, a la escala humana y a los síntomas de la enfermedad. El Centro de Formación Naval de San Francisco acumulaba enfermos en hileras de camas parapetadas por un biombo triple de tela blanca. Un nuevo orden sanitario se construía a marchas forzadas: lugares tan alejados como Adelaida, en Australia, también improvisaban precarios centros asistenciales, las gradas del estadio del Jubilee Oval acogían pacientes al aire libre, y el bello Palacio de Exposiciones, construido para conmemorar el 50 aniversario del ascenso al trono de la Reina Victoria, fue reconvertido en hospital de aislamiento.

 

Fuente: Elle Decor

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