El lugar es una terraza en una colina, con vistas panorámicas a la ciudad de Lima. Los clientes nos encargaron diseñar la casa más respetuosa del vecindario, y que los lujos no fuesen materiales si no conceptuales.
La absoluta falta de lluvia en Lima (menos de 8 mm. por año!) determina un paisaje árido, en donde el verde solo aparece cuando se le riega con agua traída desde las cumbres Andinas a cien kilómetros de distancia.
En Lima, el verde es un lujo.
En lugar de un edificio, diseñamos un paisaje verde exuberante. Los edificios tienen tendencia a envejecer y volverse más feos mientras la vegetación crece y se vuelve mejor con el pasar del tiempo.
Manipulando el terreno generamos una colina, un valle, una meseta, un acantilado, una cueva, una quebrada, una orilla... luego a cada paisaje le correspondió un tipo de vegetación según cambia la altitud: árboles, hierbas, hortalizas, plantas colgantes, xerófilas, hidrófilas...
Una vez definido el nuevo paisaje, éste se habitó con el programa de la casa: dormitorios, baños, cocina, comedor, living, oficina, garaje... pareando cuidadosamente las cualidades espaciales y las vistas obtenidas con los requerimientos funcionales.
La casa adrede carece de una estructura jerárquica, tiene múltiples entradas, niveles y rutas, borrándose constantemente los límites entre el interior y exterior con la complicidad del moderado clima limeño (nunca más frío de 14 º C o más caliente que 28 º C).
La casa -como un paisaje exuberante- intencionalmente muestra una rica diversidad de acabados y texturas: diferentes cortes de piedra de la zona, muchos tipos de madera reciclada, estampados de hormigón, etc
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