Después de dos años, Casa Dior París se amplió y mejoró gracias a la visión única y lujosa del arquitecto Peter Marino.
Cuando le preguntamos al arquitecto Peter Marino si en la renovación de la Casa Dior París iba a evocar al pasado de la afamada casa de moda, nos respondió con una anécdota: "Un cliente me pidió que le construyera una casa en Connecticut al más puro estilo jeffersoniano, una recreación exacta de la arquitectura de la Revolución estadounidense, y le contesté: '¡Solo lo haré si se estipula en el contrato que vivirás allí empolvado y con peluca como entonces!'". No hay que contar con Peter Marino para hacer un pastiche de lo antiguo. Para el arquitecto, al que se le ha confiado su tercera transformación de la legendaria dirección de Dior, "los tiempos han cambiado, la evolución es inexorable, las cosas avanzan".
En efecto, en la esquina de la rue François Ier y la avenue Montaigne, hay una boutique, la Casa Dior París, que se explaya en dos niveles, un restaurante, una pastelería, tres jardines, un museo de 2 mil metros cuadrados que recorre la epopeya de Christian Dior, los talleres de alta costura renovados y un taller de joyería que acaban de abrir este domingo… Un lugar de todas las posibilidades, único en el mundo del lujo, que combina historia, creatividad y saber hacer. Si rinde homenaje a la historia de la Casa Dior, Peter Marino lo hace anclándose en el presente, en la imagen de la Rotonda, que deslumbra tanto por sus molduras de madera como por sus vigas expuestas de acero.
El contraste entre patrimonio y modernidad se expresa a lo largo de los 10 mil metros cuadrados gracias a la asociación de más de un centenar de materiales diferentes, desde la piedra hasta los tejidos preciosos, en una gradación de blancos en la que los materiales crean color, mediante el trabajo del estuco para hacerlo táctil. En este movimiento perpetuo entre lo antiguo y lo nuevo, el arquitecto prefiere el término "influencia", como la carpintería recuperada de la antigua boutique, el emblemático parquet de Versalles, el caning... o la toile de Jouy rosa pálido: "Algo loco que viene de mí pero que es realmente Dior. Monsieur Dior lo añadió en 1950, y me pareció lógico reinterpretarlo porque estos viejos elementos transmiten el espíritu Dior mejor de lo que yo podría hacerlo. Siempre hay que recordar el pasado, aunque no sea una razón para vivir en él. Soy un arquitecto contemporáneo, así que hago lo contemporáneo.
Destilar la alegría de vivir
La luz y el espacio están omnipresentes en todos los pisos, al igual que la naturaleza y las flores, las cuales Christian Dior apreciaba mucho, pues nada le gustaba más que estar en el magnífico jardín de su casa de Granville. "Todos necesitamos ser felices, y qué símbolo más universal de la felicidad que el jardín, desde el Edén. El jardín es un símbolo positivo en todas las culturas, en África, en Indonesia, en China…", continúa Peter Marino. Para ello se crearon tres jardines con el paisajista Peter Wirtz y las plantaciones se renovarán cada mes. En sintonía con el tema, el espacio dedicado a los perfumes está salpicado de rosas en relieve. El arquitecto, para quien "todo viene del arte", colocó la obra Rose II de Isa Genzken en la escalera principal, le encargó a Jennifer Steinkamp el video Madame Curie en la zona de los zapatos y a Paul Cocksedge la Bourrasque sobre la rotonda, que reinterpreta la idea de follaje de forma más abstracta.
"Visito 50 galerías a la semana, trabajo con artistas, tengo mi propia fundación… el arte es mi inspiración. Y me pregunto: ¿de dónde viene la inspiración de los artistas? ¿Cómo piensan los artistas? Piensan fuera de lo común, siempre lejos, muy lejos de lo común… Para el trabajo sobre el blanco, el beige, el café y los materiales que dan al lugar su atmósfera, Peter Marino se inspiró en ciertos cuadros de Picasso, así como en el cubismo. Como toque final, el mobiliario que se eligió cuidadosamente es de Joaquim Tenreiro, Hans Olsen, Gio Ponti, Ado Chale, Claude Lalanne, Delos & Ubiedo y Gabriella Crespi, entre otros. Piezas vintage se unen a creaciones contemporáneas, un sofá del siglo XVIII se une a piezas estadounidenses o muebles de los años 40 y 50 de Joseph-André Motte.
La "Galería", un amplio espacio de 2 mil metros cuadrados diseñado por Nathalie Crinière, recorre los casi 75 años de historia de la Casa Dior. Concebido como un museo que muestra la evolución de la moda a través de la de la sociedad —a no ser que sea al revés—, expone piezas de las colecciones e incluso ciertos lugares emblemáticos que se han conservado en su estado original, como la cabina de las modelos o el despacho de Christian Dior. En las paredes de su escalera independiente, se puede admirar una excepcional colección de cerca de 1,500 objetos miniaturizados del universo Dior diseñados en impresión 3D, todos en tonos de distintos colores. Por último, La Suite Dior, una ilustración revisitada del arte francés del entretenimiento, ofrece las llaves del la avenida Montaigne número 30 durante una noche a quien lo rente, con lo que se cumple el deseo de Peter Marino de crear un lugar donde "la gente se tome su tiempo y esté a gusto; el tiempo, como el espacio, la luz y estos jardines son para mí el punto más importante de esta dirección".
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