Casa Sonoro es un proyecto arquitectónico concebido por el estudio SANTOS BOLÍVAR, que surge de un cruce poco común entre disciplinas: la arquitectura y la música. Ubicada en Francisco Zarco, en el corazón del Valle de Guadalupe, esta obra se aleja de las convenciones del diseño tradicional para proponerse como una experiencia sinestésica. No se trata únicamente de un espacio para habitar, sino de un instrumento arquitectónico, una partitura construida donde la forma sigue al sonido.
La génesis del proyecto partió de un diálogo con los futuros usuarios del espacio, particularmente con el músico Daniel Fraire, compositor y guitarrista con trayectoria profesional junto a la cantante mexicana Carla Morrison. De esa conversación surgió una metodología singular: antes de pensar en muros o materiales, se compuso una pieza musical original inspirada en el entorno natural. Esta composición fue interpretada técnicamente y emocionalmente como base para el diseño arquitectónico.
Así, el ritmo se convirtió en estructura, las escalas musicales definieron alturas, la tonalidad marcó proporciones, los silencios se tradujeron en vacíos habitables, y la simetría o su ausencia guió muchas de las decisiones formales. El proyecto, por tanto, se construyó como se escribe una obra musical: con intención, con ritmo, con pausas.
La primera etapa de Casa Sonoro incluye la construcción de dos cabañas, cada una representando un movimiento dentro de la composición musical original. Estos volúmenes habitan el paisaje como si fueran notas sostenidas, resonando en armonía con el entorno y manteniendo viva la narrativa que une arquitectura y música. A través de sus proporciones, su relación con la luz y el vacío, cada espacio propone no solo una forma de habitar, sino una manera de interpretar.
Casa Sonoro es también una reflexión sobre la arquitectura como experiencia ampliada: no solo se ve, no solo se transita. Se escucha. Se siente. Se interpreta. Como una caja de resonancia abierta al paisaje, el proyecto propone una arquitectura sensible y poética, en la que cada elemento, desde la elección del material hasta la ubicación de una ventana, responde a una lógica sonora. Es escenario, instrumento y partitura a la vez.
Con este proyecto, SANTOS BOLÍVAR reafirma su compromiso con una arquitectura que no teme cruzar fronteras disciplinares. Casa Sonoro es un manifiesto material sobre el poder del cruce entre arte, técnica y sensibilidad.