Ubicada en una exclusiva zona residencial a las afueras de Valencia, Casa Jacarandá es una de las obras del arquitecto Ramón Esteve, quien concibe la vivienda como un contenedor sólido y robusto que envuelve un interior fluido, luminoso y brillante.

El proyecto se levanta sobre una parcela con geometría precisa y condiciones topográficas favorables, lo que permitió materializar una volumetría inspirada en una fortaleza contemporánea y, al mismo tiempo, en un refugio íntimo. Los volúmenes de piedra, alargados y estilizados, se extienden mediante voladizos que equilibran las diferentes alturas de la villa. Estas cajas se deslizan y se superponen entre sí, configurando un conjunto que evoca una topografía pétrea.
El jardín funciona como telón de fondo y prolongación de los espacios interiores, mientras que un patio central articula la planta, generando continuidad visual y espacial entre los diferentes ambientes.


Materialidad y diseño interior
Los elementos verticales de la casa se construyen con grandes muros de mampostería de piedra, transmitiendo solidez y permanencia. En contraste, los elementos horizontales se resuelven con hormigón blanco y acero lacado en blanco, que aportan ligereza. En el interior predominan tonos claros de madera, combinados con acentos oscuros que refuerzan la elegancia y sofisticación.
El acceso principal se realiza por el centro de la planta, bajo un gran voladizo que conduce hacia un espacio presidido por el núcleo de escalera y ascensor, concebido como un elemento escultórico visible desde distintos puntos de la casa. Las estancias de día se disponen de manera consecutiva y mantienen siempre la conexión visual. Entre ellas, destaca una piscina cubierta que complementa la experiencia cotidiana.


Distribución y áreas privadas
La primera planta alberga las habitaciones privadas, mientras que en la planta Miramar se encuentra un pequeño estudio que corona el conjunto. En el exterior, una gran piscina a cielo abierto refleja el jardín como un espejo, amplificando la percepción espacial y aportando frescura al entorno.



Con este proyecto, Ramón Esteve vuelve a reafirmar su sello característico: armonizar robustez arquitectónica con espacios cálidos, luminosos y sofisticados, logrando una vivienda que combina la fuerza de la piedra con la ligereza de la luz.