Ubicada en una montaña del norte de Perú, esta vivienda diseñada por el arquitecto Elmer Gutiérrez propone una relación íntima con el entorno natural a través de una composición volumétrica clara y estratégica. El proyecto se estructura en dos cuerpos definidos: un volumen gris que se posa sobre el terreno, orientado al noroeste, y otro revestido en piedra local tallada a mano, que se eleva ligeramente, como suspendido sobre el suelo.
Ambos volúmenes están articulados por un pasillo central desde el cual se distribuye el programa. La parte privada, al este, incluye el dormitorio principal con lavabo integrado y dos recintos independientes para ducha e inodoro, optimizando su funcionalidad. A este espacio se suma un dormitorio de invitados, que también puede funcionar como sala de estar.
El volumen público, de mayor altura y revestido con una mezcla rústica de mortero de arena local, acoge la cocina y el comedor en un espacio integrado, además de una lavandería y un trastero. La mayor altura del techo favorece la ventilación natural y regula la temperatura interna, aprovechando la evacuación del aire caliente por aberturas laterales.
La materialidad de cada volumen no es solo una elección estética, sino una estrategia de adaptación climática. Mientras la piedra del volumen privado acumula calor durante el día para liberarlo por la noche, cuando las temperaturas descienden drásticamente, el volumen social se mantiene fresco y aireado, adaptándose al uso diurno.
Este proyecto es un ejemplo de arquitectura sensible al contexto, que logra integrar confort térmico pasivo, funcionalidad y una relación respetuosa con el paisaje de Trujillo, Perú.