En Canadá, en la zona oeste de Vancouver, el estudio Splyce Design desarrolla la Casa Yield, una vivienda unifamiliar concebida para albergar a numerosas familias durante todo el año. Implantada en un terreno con orientación este–oeste, la propuesta articula arquitectura, paisaje y recorrido a través de una secuencia de capas espaciales que ordenan la relación entre la casa y su entorno inmediato.
El proyecto se presenta desde la calle mediante un muro de hormigón que incorpora una escalera en voladizo, marcando el inicio del acceso peatonal. Este primer gesto define una transición progresiva hacia el interior y establece una distancia de cinco metros respecto a la acera, resguardando la privacidad de la vivienda y evitando visuales directas desde el espacio público.
La fachada frontal se configura a partir de una franja continua de paneles de cemento en tono oscuro, que delimita con claridad la silueta del volumen. En contraste, amplios paños de vidrio permiten el ingreso de luz natural y refuerzan la sensación de ligereza del conjunto. Los marcos de ventanas ocultos y la precisión en los detalles favorecen la integración visual entre los espacios interiores y el paisaje circundante.
En la planta principal, un eje norte–sur estructura la organización espacial y se enfatiza mediante aberturas ubicadas en ambos extremos. Esta disposición introduce una sutil rotación del trazado hacia las vistas panorámicas, estableciendo límites informales entre los distintos ambientes. Un cielo raso de madera aporta calidez y textura, equilibrando la paleta predominante de tonos claros.
La relación interior–exterior se potencia a través de grandes puertas corredizas de vidrio que se abren hacia una terraza posterior a nivel del suelo. La escalera principal se convierte en un elemento central del proyecto, bañada por una luz cambiante que ingresa desde un tragaluz vinculado a la terraza superior y desde un ventanal de gran altura orientado al oeste, enmarcando las vistas de los cedros y abetos cercanos.
El interior se plantea con una materialidad contenida y una distribución sobria. Los principales espacios sociales, cocina, comedor y sala de estar, se agrupan en un solo ambiente continuo, mientras que los espacios auxiliares se integran de manera discreta. La cocina de preparación se oculta tras una puerta camuflada en la carpintería, y el recibidor se ubica estratégicamente detrás de la cocina principal.
Los espacios destinados al retiro y la concentración se incorporan sin aislarse completamente del conjunto. Una oficina en casa se esconde tras el muro principal de la sala de estar, y una biblioteca con un rincón de lectura ocupa el descanso de la escalera en la planta superior, reforzando la idea de una arquitectura que equilibra vida colectiva e intimidad.
Fotografía: Ema Peter




