Ubicado en las afueras de Ostuni, Italia, este proyecto residencial firmado por Tela Architettura reinterpreta una estructura preexistente para transformarla en una vivienda contemporánea profundamente conectada con el paisaje. Rodeada de olivos centenarios y con vistas abiertas al mar Adriático, la casa parte de una estructura de hormigón inacabada que los propietarios decidieron conservar y potenciar, en lugar de demoler.
El volumen original se convirtió en el punto de partida para una nueva visión espacial. La planta se mantiene, pero la distribución se amplía y refina, generando una relación fluida entre interior y exterior. Grandes ventanales de acero, planos horizontales continuos y superficies que se prolongan hacia terrazas y piscina permiten que la luz, el viento y las vistas formen parte esencial de la experiencia arquitectónica.
La materialidad se convierte en protagonista. El microcemento en tonos arena y el enlucido de cal envuelven suelos, escaleras, bancos y elementos integrados con un gesto continuo y silencioso. Esta paleta mineral se complementa con puertas y detalles en nogal, que aportan calidez y un contraste táctil que equilibra el conjunto.
En la sala de estar, una chimenea horizontal marca la composición y define circulaciones a través de plataformas integradas. Una mampara en nogal separa la entrada sin bloquear la luz, mientras que los delgados perfiles de hierro dibujan líneas sutiles que enmarcan la vegetación y el juego de sombras del olivar.
La orientación norte brinda una iluminación suave durante todo el día, equilibrada por la luz del este y las áreas sombreadas al sur. La planta principal alberga tres dormitorios, todos con baño privado y vistas panorámicas del paisaje mediterráneo.
En el exterior, muros de piedra seca, vegetación nativa y una piscina infinita de tonos oscuros consolidan la integración de la casa con su entorno. La lámina de agua se proyecta hacia el horizonte y refleja los colores terrosos y verdes del lugar, anclando la arquitectura al territorio de forma orgánica y serena.
Fotografía: Nicolò Panzeri




