Ubicada en el valle del río Lurín, en Cieneguilla, Perú, esta casa diseñada por Vásquez & López Arquitectos se implanta en un territorio cargado de historia, donde florecieron numerosas culturas prehispánicas. Esta conexión con el pasado es clave en la propuesta arquitectónica, que se concibe como un volumen denso y estereotómico, un bloque sólido que ocupa todo el frente permitido del terreno, resguardando en su parte trasera los espacios íntimos y familiares.

Desde esta primera decisión de emplazamiento nace su carácter rotundo: una masa que parece emerger del suelo, que se ancla al territorio y se expresa a través de una arquitectura pausada, pesada, que no busca desaparecer, sino dialogar con el paisaje y su historia.
Este gran bloque no es uniforme: ha sido esculpido cuidadosamente mediante una serie de vacíos y transiciones que modulan el recorrido y ralentizan el desplazamiento por sus espacios. La entrada se plantea como un gran vacío dentro del volumen, formando un patio que actúa como umbral y primer espacio de transición. Desde allí, un vestíbulo cerrado y con cambio de nivel invita a una pausa contemplativa antes de continuar hacia el interior.


Uno de los momentos arquitectónicos más destacados se da en el rellano de la escalera principal, donde el paisaje trasero se revela inesperadamente. Esta relación con el entorno continúa en la transición entre comedor y cocina, donde una amplia apertura enmarca las montañas del fondo. La escalera cerrada que lleva a la sala de juegos en el segundo nivel agrega una capa adicional de intimidad y control del recorrido.
La casa construye sus momentos de conexión con el paisaje a través de aperturas enmarcadas que filtran la luz y encuadran vistas específicas, ofreciendo una experiencia espacial rica y gradual. La materialidad elegida refuerza esta integración: tierra, piedra y madera, materiales utilizados ancestralmente en el valle, se incorporan a la arquitectura con naturalidad. Los muros exteriores se presentan con acabados rugosos y tonos terrosos, mientras que la piedra local cubre patios, terrazas e incluso la cocina. La madera, por su parte, domina el techo de doble altura de la sala de estar y los pisos interiores, aportando calidez y textura.


En términos de organización, las áreas sociales y privadas se articulan a través del vestíbulo principal. La sala y el comedor se abren hacia una gran terraza que se prolonga hacia los jardines posteriores. La cocina, estratégicamente ubicada, permite supervisar y conectar visualmente con varios espacios. Sobre ella, una sala de juegos accesible desde la terraza se configura como un volumen independiente, ofreciendo flexibilidad y autonomía.
La distribución de los dormitorios responde a una lógica clara de privacidad: en el primer nivel se ubican dos habitaciones secundarias, mientras que en el segundo nivel se encuentra el dormitorio principal junto a un cuarto adicional.


En conjunto, la casa en Cieneguilla no solo responde a necesidades funcionales y climáticas, sino que se constituye como una arquitectura del lugar: un proyecto contemporáneo que se ancla en la memoria del territorio, y que transforma la experiencia cotidiana en una secuencia de transiciones, texturas y vínculos con el paisaje.